Francisco “Morochito” Rodríguez cumplió 69 años con los puños en alto

Francisco-Morochito-RodriguezCon 69 años de vida y 46 de haberse convertido en el primer venezolano en ganar una medalla de oro en unos Juegos Olímpicos, Francisco “Morochito” Rodríguez, recuerda con nostalgia sus inicios como boxeador, sus tiempos como gloria deportiva, el apoyo de su familia, y sobre todo, el inmenso sacrificio que implicó convertirse en profesional de un deporte para el que, sentencia: “¡Hay que tener voluntad!

Nacido en Cumaná, estado Sucre, un 20 de septiembre de 1945, Morochito, quien desde pequeño vendió pescados con su abuela, conoció en un día de trabajo al campeón de boxeo Pedro Gómez; al verlo entrenar se entusiasma y debuta en el cuadrilátero de la mano del mismo entrenador de Pedro, “El Maestro” Ely Montes.

“Le agradezco todos mis triunfos al maestro Ely Montes; todo lo que yo sé, se lo debo a él. La mayor enseñanza que me dejó fue ser técnico”, expresó Morochito en entrevista con la Agencia Venezolana de Noticias.

El expúgil enumera boxeadores entrenados por Montes: Pedro Gómez (Campeón Nacional peso pluma 1964), Antonio Gómez (Campeón Mundial peso pluma 1971), Antonio Esparragoza (Campeón Mundial peso pluma 1987) y los aficionados Cruz Marcano y Luis Vallejo, entre otros.

“Ely nos hizo a toditos nosotros, y mejores boxeadores que esos no salen más”.

Recuerda el arduo entrenamiento para los XIX Juegos Olímpicos, México 1968, y el sacrificio físico que significó llegar al peso de la categoría minimosca (de 48 Kg a 50 Kg).

“Rebajé como tú no te imaginas. Yo peleaba en mosca que eran 51 kilos y para ponerme en 48 kilos me dieron de todo, no aguantaba. En la noche (previa a la competencia final de los Juegos Olímpicos) ya había hecho el peso pero faltaba el peso oficial y Félix Márquez (compañero de la selección) me llevó un jugo, me lo puso bajo la cama y me lo bebí, entonces subí de peso otra vez, eso fue un desastre. En la mañana me puse a rebajar demasiado”, rememora entre risas.

Durante su periodo de entrenamiento, que duró un año aproximadamente, Morochito abandonó su natal Cumaná y viajó a Caracas para recluirse en las instalaciones del Instituto Nacional de Deportes (IND).

“Entrenaba todas las mañanas, ya en la tarde no entrenaba, corría nada más. Corría desde el IND hasta la universidad que está en Montalbán todos los domingos y comía puras frutas y vegetales”.

La hazaña

La gesta histórica de Morochito es recordada por su mayor lauro, el oro en México. Mas la ruta hasta la cúspide del podio olímpico, estuvo marcada por las mejores cosechas de boxeador venezolano alguno: ganar todas las competencias que integran el ciclo olímpico, Bolivarianos, Suramericanos, Centroamericanos, y Panamericanos.

Morochito mantiene intacto el recuerdo de la final de México 68.

“Gané las cinco veces que peleé y luego fue que salí con el japonés, se llama Ji Young-Ju… ¡Caramba muchacha! Yo tengo un recuerdo de él, ¿no ves que ellos pelean así? Entonces cuando uno tira el recto, ellos ya tienen la cabeza agachada para que no le peguen aquí (en el pecho). Ese es mi recuerdo de él”.

Aún con la mano rota, el joven de 23 años deseaba recorrer las calles de Ciudad de México, pero ese mismo día tuvo que volver al país. ”¡Pa’ Venezuela! ¡Caramba chico! Yo quería ir para donde hacen las pelucas, para un río, para una playa y nada”, lamenta de manera jocosa.

Al llegar a Venezuela fue recibido por una gran multitud que -cuenta- empujó el vehículo que lo trasladó desde el Aeropuerto Simón Bolívar de Maiquetía hasta Caracas, donde se reunió con su madre, la señora Olga Rodríguez, y su hermana, María Rodríguez.

“Me volvieron a llamar para los Juegos Olímpicos en Munich (1972) pero yo dije que no quería ir porque no estaba entrenando ya con voluntad, ya quería retirarme porque la juventud iba subiendo y yo iba bajando”.

A pesar de eso, Rodríguez asistió a Alemania y constató que sus condiciones físicas no eran las mismas, fue noqueado en las dos primeras peleas y desertó al considerar que había llegado “al extremo”.

“Hay que tener voluntad para meterse a boxeador. ¿Tú sabes lo que es rebajar, bañarse y el mismo día volver a rebajar, entrenar y otra vez volver a empezar, ese plan de trabajo todos los días? Ve a la juventud, ahorita los muchachos quieren pelear todos los días y yo les digo que si quieren llegar a la edad que tengo, no pueden pelear todos los días. Ese es un deporte de mucho sacrificio”.

Legado

Morochito se dedicó a entrenar a la nueva camada de boxeadores que venía en ascenso. Para ello, trabajó 32 años en el Instituto Nacional del Deporte.

“Disciplina, que estudie y haga caso al entrenador, con respeto” es vital para un boxeador en formación, resume Morochito, al tiempo que exhorta a los entrenadores a “ser educados para ayudar al alumno”.

“Yo siempre les he dicho a todos los deportistas que hagan el deporte con educación, con disciplina, que vean el ejemplo mío. Ya son 45 años que va a cumplir la medalla (olímpica)”.

A su juicio “ahorita los atletas están mejor que los de antes, les dan todas las facilidades para viajar, para todo, ropa nueva, nosotros viajábamos con el mismo mono. Yo me conformé con lo que me dieron”.

“Hay muchachos entrenando como arroz”

Francisco “Morochito” Rodríguez ve positivamente la iniciativa del Boxeo Olímpico de Calle para fomentar el deporte en los jóvenes y alejarlos de la delincuencia, y otros males: ”Los gimnasios son muy encerrados y la gente no cabe. Cada parroquia pide a la Federación el boxeo y la gente lo ve gratis, eso motiva a la juventud y la gente se alborota y grita ¡Dale, dale!”.

También mira con agrado el boxeo femenino, una novedad porque en su época las mujeres no peleaban: “Las mujeres le están quitando la experiencia a los hombres, vas a cualquier gimnasio ahorita y hay muchachas entrenando como arroz”.

AVN

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