«En el lenguaje de la derecha no existe la palabra Independencia»

—Si estamos en la nueva Batalla de Carabobo, ¿tiene la oposición un mariscal De la Torre?

—Ja, ja, bueno, pareciera que ese lugar lo está ocupando el señor (Henrique) Capriles, que es quien está comandando esa bandería, aunque los paralelismos en historia son riesgosos. Ningún momento histórico es igual a otro y ningún personaje es igual a otro.

—Miguel de la Torre venía retrocediendo desde Araure hasta que allí, en esa sabana de Carabobo, decidió detenerse y presentar batalla. ¿Hay alguna similitud con ese escenario militar?

—Más que desde el ángulo de las estrategias militares, diría que en Carabobo se alcanzó la gran conquista histórica no sólo de Venezuela, sino de Colombia la Grande, que se había establecido en 1819. El Ejército que pelea a favor de la República en Carabobo es el Ejército de esa Colombia grande, fundamentalmente compuesto, eso sí, por hombres nacidos en Venezuela. Esa batalla fue importante por el logro de la Independencia, pero también porque fue el gran punto de encuentro social y regional de la República de Colombia. Regional porque marca la incorporación de la provincia de Maracaibo, que siempre había sido realista. Social porque Bolívar había diseñado una estrategia que logró la incorporación de lo que, desde el lenguaje del presente, podríamos llamar “las clases populares”. Los pardos, los llaneros, los mestizos, los mulatos, los zambos mayoritariamente habían hecho armas para oponerse tanto al primer ensayo republicano como al segundo, en especial contra el segundo con el fenómeno sociohistórico de José Tomás Boves. Sin embargo, estaban decepcionados porque cuando se restableció la Corona, en 1814, y vino el general Pablo Morillo como Gran Pacificador, esos sectores sociales aspiraban a que se les reconocieran sus servicios en el campo de batalla, pero España no lo hizo, sino que los relegó a los lugares que habían ocupado en la sociedad anterior a la guerra. Bolívar logra convencer a esos grupos al plantear un ejército en el que un “pata en el suelo” puede llegar a ser general, siempre y cuando se lo gane peleando. Otro aspecto que hay que considerar es que en España había triunfado la Revolución Liberal de Riego y Quiroga, que detuvo el envío de tropas de refuerzo a América. Eso desmoralizó al Ejército Realista acantonado acá, que además ya estaba dividido entre absolutistas y liberales. En cambio, el Ejército Patriota estaba en un gran momento, moralizado, triunfante, pues de la mano de Bolívar había derrotado a los realistas en Boyacá.

—Bolívar se presenta a esa batalla con un alto mando de lujo, formado por José Antonio Páez, Manuel Cedeño y Ambrosio Plaza. ¿El presidente Chávez tiene un estado mayor del nivel que requiere una batalla como la que viene?

—Sí, la composición del gabinete y de los mandos políticos no había contado, a lo largo de estos años de gobierno del presidente Chávez, con cuadros tan competentes como los que tiene en este momento, desde el punto de vista de su solvencia y trayectoria.

—Cedeño y Plaza mueren por heridas sufridas en el campo de batalla. El que sobrevive, Páez, fue a la larga la encarnación de lo que hoy se llamaría la “antipatria”. ¿Ironías de la historia?

—(Pausa larga) Sobre la figura del general Páez se han tejido muchas polémicas, en especial por su desempeño posterior, pero en el Carabobo de 1821 representó la incorporación de esos sectores populares. Allí se hizo de un rango militar, un prestigio y un liderazgo indiscutible que van a servirle para su carrera política. Lo que pasó después hay que analizarlo en su respectivo contexto.

—El primer objetivo del Programa de Gobierno del presidente Chávez es fortalecer y expandir la independencia nacional. Como historiador, ¿diría que es un objetivo pertinente para el siglo XXI o fuegos artificiales de campaña electoral?

—La Independencia fue la gran conquista histórica de la sociedad venezolana en el siglo XIX, pero es una conquista que no se queda congelada en el tiempo, sino que debe ratificarse, consolidarse y defenderse permanentemente. La Independencia hay que ejercerla en el presente, no puede limitarse a las reláficas de la vieja historia. Es totalmente pertinente que esté en un Programa de Gobierno. Lo que sí llama la atención es que la derecha, en el suyo, no habla de soberanía, independencia, autodeterminación ni defensa de los intereses nacionales. Eso no existe en su lenguaje.

—Los sectores pobres estuvieron en contra de la República y llegaron a seguir a un líder como Boves. ¿Existe en la Venezuela actual el riesgo de que un caudillo de derecha aglutine a las masas populares en contra de la Revolución?

—Apuesto a que no porque el nivel de conciencia política de la gente mitiga esa posibilidad. Venezuela ha experimentado un proceso de reciudadanización, repolitización y participación que ha permitido conquistas sociales importantes. Eso debe servir para atajar cualquier intento en ese sentido.

—Si en el siglo XIX hubiesen existido organismos tipo ONU u OTAN, ¿qué hubiesen dicho de nuestra guerra de Independencia?

—En esa época existían las potencias como Inglaterra y Estados Unidos que, a través de sus muy agresivas estrategias diplomáticas, urdieron las tramas para impedir que se consolidaran proyectos como Colombia la Grande y otros de más ambición que impulsó Bolívar, como el Congreso Anfictiónico de Panamá, en 1826.

—Por lo que se ve, no hay mucha diferencia entre antes y ahora.

—Bueno, la historia no se repite… pero hay paralelismos.

Paraguay en tiempo presente

“La historia es única e irrepetible y ese es un principio de los historiadores”, expresa Lionel Muñoz, merideño de 38 años, egresado de la Universidad Central de Venezuela, con máster en Historia Republicana.

La entrevista se desarrolla el viernes, mientras en Paraguay las élites políticas derrocan al presidente Fernando Lugo. Más presente, imposible, pero Muñoz ofrece una visión histórica: “Los latinoamericanos nunca le hemos prestado atención a Paraguay. Después de la guerra de la Triple Alianza, los condenamos al aislamiento. En cambio, la embajada de Estados Unidos en Asunción es de las más grandes y activas de la región. La Usaid (Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional) ha sido en Paraguay una especie de superministerio paralelo al Estado. Los ministros le mandan copias de sus decisiones y esta oficina los mandonea. Es una intervención colonialista que no se detuvo con el gobierno de Lugo porque son ataduras muy fuertes, cadenas muy sembradas”.

En un empeño por atisbar el futuro

–desde la historia y desde el presente–, preguntamos si es posible que una reacción contra Venezuela pueda venir como oleada desde la vecindad. “El caso de Venezuela no se parece al de Paraguay, por fortuna. Aquí hay instituciones soberanas articuladas con un proyecto y que, bajo el liderazgo del presidente Chávez, se orientan a ratificar siempre la Independencia, la soberanía, la autodeterminación y una voz propia para Venezuela en el concierto del mundo”, dice.

Ciudad Caracas

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