Chaguaramas, estdo Monagas. Este jueves, el presidente, Nicolás Maduro Moros, aprobó recursos para la instalación de cinco plantas de aserraderos industriales, en la empresa Maderas del Orinoco, ubicada en el estado Monagas.
“Aprobar todos los recursos, en bolívares y en dólares, para instalar los cinco aserraderos industriales y terminar la planta de pulpa de papel, para que Venezuela tenga una de las plantas de pulpa de papel más poderosa de Suramérica”, expresó el primer mandatario nacional.
Con respecto a la producción de Maderas del Orinoco, el ministro de Industrias Básicas Estratégicas y Socialistas, Juan Arias, informó, que anteriormente se producían 400 metros cúbicos de madera y, en la actualidad, gracias al apoyo del Gobierno Bolivariano, la obtención es de 1300 metros cúbicos.
Por su parte el presidente de Maderas del Orinoco, Jean Urdaneta, informó que cuentan con 480 mil hectáreas de patrimonio forestal en el sector, catalogado como el bosque de pino más grande del mundo.
Asimismo, Urdaneta, explicó que es la única empresa que en su proceso productivo limpia el ambiente: “captamos los gases de efecto invernadero, pero aparte de eso la generación de oxígeno que expulsa por el proceso de transformación, mientras los arboles crecen”.
El presidente Maduro manifestó su deseo de retomar con fuerza, el sueño del comandante Chávez y llevar a cabo la creación de carpinterías comunales populares, así como también, la creación de una planta de pulpa de papel, con el objetivo de convertir a Venezuela en una potencia en materia forestal.
En ese sentido, indicó que se discutirán cuatro puntos en materia forestal, como la aprobación de recursos para la siembra de 15 mil hectáreas nuevas, para reponer el bosque que ya se ha aprovechado, el plan para instalar de manera eficiente y rápida cinco aserraderos industriales, plan para acelerar la instalación completa de la planta de pulpa de papel más grande del planeta, y la creación de carpinterías comunales, impulsando así a Venezuela como una potencia en el campo forestal.
Por Roxana Vásquez
