Cucuruchos de La Vela se muestran íntimos en la Galería de Arte Nacional

Los traviesos Cucuruchos, de la festividad popular Los locos de La Vela, celebrada cada 28 de diciembre en la región homónima del estado Falcón, se muestran íntimos bajo la técnica experimental del fotógrafo Rómulo Peña en la Galería de Arte Nacional (GAN), ubicada en bulevar Bellas Artes, en Caracas.

A través de 30 fotografías, el universo simbólico de la festividad queda descubierto para el ojo curioso del espectador, quien se confrontará al rito sagrado de la máscara como metáfora religiosa, manipuladora del bien y el mal y modelo estético de la vida humana.

Los locos de La Vela tienen más de 100 años de historia. Consiste en una ceremonia parecida a un gran desfile carnavalesco, en la que sus participantes elaboran trajes artesanales, llamados Cucuruchos, con plumas, lentejuelas, telas brillantes y máscaras inexpresivas como rasgo principal.

“Nunca se ha aclarado el significado de las máscaras, pero cuentan que tienen raíces en el día que los patrones daban la libertad a sus esclavos de hacer lo que les diera la gana. Ellos se emborrachaban, se disfrazaban y tenían conductas burlonas. En La Vela de Coro, la celebración de ‘Los locos’ significa cambio de roles, porque ese día libre los patrones eran esclavos y viceversa”, explica el director de la GAN, Juan Calzadilla.

El lente de Peña capturó el desfile de máscaras, desde la prefectura del pueblo hasta la plaza central, y parte de ese registro visual conforma la muestra que, aunque parezca ingenua por la calidad de las fotografías, resguarda el acervo cultural que se resiste a desaparecer.

La inocencia se representa en la forma en que son tomados los retratos. Peña decidió comprarse una cámara de plástico, a la que llama Olga, le colocó goma espuma en su interior, selló cualquier espacio de luz con cinta adhesiva oscura y con un rollo de 35 milímetros inició la aventura documentalista de congelar momentos hasta hacerlos eternos.

“Él la desarma (a Olga) y la adapta a condiciones improvisadas. La cámara registra errores porque el campo visual es más corto y no tiene profundidad, entonces se ven los objetos siempre en primer plano. Eso le da cierta calidad práctica”, destacó Calzadilla.

La intimidad se manifiesta en las cuatro series artísticas denominadas por el artista como Comparsas mixtas, Trajes populares, Cucuruchos y Comparsas monumentales. Para cada una, su lente registró naturalidades distintas, todas con la característica común de la ausencia de luz y movimiento.

En Comparsas monumentales se muestran muñecos de grandes escalas, sostenidos por menudos cuerpos inferiores que se confunden con la creación imaginaria; sucede lo mismo con Comparsas mixtas, en la que máscaras hechas de plástico comparten el rasgo de la pausa expresiva y el brillo intencional.

Toreros vestidos de blanco, oro y corbata negra; mujeres adornadas con flores y sombreros puntiagudos; niños con bermudas y rostro pintado son algunos de los retratos integrantes de la serie Trajes populares.

Aunque todas las series conservan el colorido usual de cualquier festividad popular venezolana, los simpáticos Cucuruchos ocupan un lugar central en la muestra por ser protagonistas de la celebración. Con sus trajes rojos, rostros de asombro, divertidos sombreros de copa y largos bigotes, los personajes posan a la primitiva cámara de Peña.

Sobre los Cucuruchos, Calzadilla agregó que “ellos hacen una danza parecida al Kubuki japonés, llena de mucha teatralidad (…) Ellos llevan máscaras fijas, que no se mueven ni pestañean pero son impresionantes”.

La exposición estará abierta hasta octubre y se complementará con la llegada de comparsas pequeñas, provenientes de La Vela de Coro, que animarán la próxima Ruta Nocturna en los museos capitalinos de Bellas Artes, Ciencias, Arte Contemporáneo y la GAN.

AVN

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