Modelos contrapuestos

La socialdemocracia y el socialcristianismo dejaron de tener utilidad para la élite financiera occidental con el derrumbe de la Unión Soviética en 1991.

Ello ocurre dado que a raíz del Consenso de Washington de 1989 –acuerdo entre el expresidente Ronald Reagan por la potencia vencedora de la Guerra Fría, y Margaret Thatcher por el Reino Unido, su cercano aliado europeo y exmetrópoli colonial–, se abrogaban el derecho a tomar control de todas la aéreas estratégicas del planeta, y muy especialmente del recurso que posibilita toda la actividad económica y no tiene sustituto de igual calidad: el petróleo.

En su afán por controlar las reservas petroleras venezolanas y su empresa operadora crean en 1996 un partido político de laboratorio: Primero Justicia, instrumento de un vacío ideológico-cultural que pudo haber sido implantado en cualquier país de carácter semicolonial del planeta.

El aporte económico fue dado por la meritocracia petrolera, es decir, los antiguos gerentes de las transnacionales, que mediante un acuerdo con Carlos Andrés Pérez, este les entregó el manejo de la industria nacionalizada.

Para dirigir el partido escogieron muchachos sobre los que han tenido absoluto control, lo que asegura ningún margen de independencia, lo que convierte a la propuesta del candidato de la oposición en una extensión de lo requerido por la élite financiera internacional y, en especial, la derecha estadounidense, en su afán por apropiarse de las reservas venezolanas, privatizando Pdvsa.

El 7 de octubre, mediante el sistema electoral más transparente del mundo, como declaró el respetado expresidente demócrata estadounidense Jimmy Carter, el pueblo elegirá continuar con un modelo en que los venezolanos somos dueños de nuestro destino, y controlamos las reservas de petróleo más grandes del mundo, para evitar que vuelvan a regalarlo como en la dé-cada de los 90. ¡Viva Chávez!

Fernando Travieso

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