Abril, un golpe que no ha terminado

Un amor expresado en millones fue lo que se trató de esconder ante la opinión pública el 12 de abril del 2002. Los medios de comunicación de carácter privado transmitieron películas, series, comiquitas, con el propósito de mantener al pueblo venezolano en sus casas, por otra parte, los medios internacionales hacían  sinopsis y balances para destruir la imagen internacional de entonces presidente Hugo Chávez.

El comienzo de la mañana de ese 12 de abril quedará para recordar; cómo los medios de comunicación se confabularon durante el golpe de Estado, pues la oposición les agradecía la nefasta acción que dejó muerte en Venezuela, todo para salir de un mandatario legítimamente electo por la mayoría del pueblo.

Las pantallas de Venevisión amanecían con un: “buenos días tenemos nuevo presidente (…), y nosotros tenemos que decir tanto Venevisión como RCTV: gracias Televen, CMT, Globovisión”, expresión de Napoleón Bravo (periodista venezolano), que dejaba claro el papel fundamental de los medios en la tergiversación de los hechos noticiosos.

Ya transcurrida la tarde, las comiquitas fueron interrumpidas para transmitir la primera autoproclamación ocurrida en la historia de la República Bolivariana de Venezuela, mostrando al país las intenciones antidemocráticas de la oposición, mismas que aún hoy siguen vigentes.

Este hecho comenzó con un decreto golpista en el que se estipulaba un “gobierno de transición democrática” y entre sus artículos se contemplaba la proclamación del presidente de la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecámaras), Pedro Carmona Estanga, como presidente de la República de Venezuela y la derogación de la Constitución, todo esto junto a la suspensión de los cargos públicos y de gobierno que existían para esa fecha.

Ningún medio de comunicación transmitía la exigencia de un pueblo que en las calles reclamaba la restitución de los derechos alcanzados en el referéndum que dio inicio a la democracia participativa y protagónica. Solo horas bastaron para que como dice la jerga popular “les saliera el tiro por la culata”.

Tras la desaparición forzada del presidente Chávez, millones de venezolanos se movilizaron desde sus hogares, tanto en la capital como en las distintas entidades del país, en respaldo al líder de la Revolución Bolivariana y la reposición del Estado de derecho venezolano. Esta realidad fue invisibilizada por medios nacionales e internacionales, solo fueron los comunitarios e independientes respaldaron el clamor popular.

17 años después de aquel abril, Venezuela sigue asediada por el gobierno norteamericano, ahora presidido por Donald Trump, y que con el apoyo servil de la derecha nacional, continúa los planes que buscan propiciar una fractura social y política en el país.

Hoy, el ataque a la Revolución Bolivariana no se produce desde el anonimato sino de frente y con intenciones claras: apropiarse de los recursos minerales, energéticos y naturales que por bendición de la divina providencia se nos fue otorgado.

Aún ante este cerco comunicacional, orquestado desde los altos empresarios de la información que no han cesado, es necesario recordar que no pudieron detener el amor expresado en unión cívico-militar que el pueblo venezolano le tiene a Chávez, a Nicolás Maduro y a la obra por la cual muchos entregaron su vida; la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, pues ella es garantía del derecho, el deber de cada venezolano y los que conviven en esta tierra de gracia.

El pueblo acompaña a la Revolución Bolivariana, pues es parte de la nueva historia que se está escribiendo en Venezuela. El acceso al conocimiento ha permitido enfrentar las adversidades con consciencia política y patriótica, porque, como ha dicho el presidente Maduro: “¡Nuestro destino, hombres y mujeres del pueblo, es la victoria. Nada ni nadie podrá perturbar la paz de la República! (…) Allá ellos –la oposición- que sigan con sus juegos de muchachos, en sus provocaciones, pero acá la Patria, nosotros, el pueblo, vamos al trabajo y más trabajo, estudio y más estudio, unión cívico-militar y más unidad”.

Prensa Presidencial / Eduardo Hueck

 

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