ESPECIAL | La lucha social guía el destino de Nicolás Maduro

Archivo Prensa Presidencial

 

Palacio de Miraflores, Caracas.- Nicolás nació en la sucursal del cielo, en esa ciudad que llamamos Caracas. Su madre, Teresa de Jesús Moros, trajo al mundo a su hijo varón un viernes 23 de noviembre de 1962. Junto a su padre Nicolás Maduro García y sus tres hermanas vivió en un apartamento de la urbanización Valle Abajo, en la parroquia San Pedro.El asfalto presenció sus juegos infantiles, así como su mirada reflexiva cuando absorto recordaba las historias de Simón Bolívar. Su identidad patriota estaba forjada. El balcón de su casa era su refugio, su lugar predilecto para imaginar al Libertador llegando triunfal a Caracas después de culminar la Campaña Admirable, acción militar que materializó la emancipación del occidente de Venezuela en 1813.

Él vivió una infancia feliz. Maduro creció rodeado de amor y de buen ejemplo, sus padres eran su modelo a seguir. En su casa había tradición de lucha social y, desde pequeño, se inspiró en la cruzada que emprendía su padre en trincheras donde el socialismo se establecía como un pilar.

En televisión abierta contó que siendo apenas un niño pateó la calle con su papá, acompañando las movilizaciones de Luis Beltrán Prieto Figueroa, quien en diciembre de 1967 fundó el Movimiento Electoral del Pueblo (MEP). Fue su primer contacto con la pobreza que consumía las comunidades populares de Caracas, víctimas de la traición que supuso el Pacto de Punto Fijo y la adopción de políticas neoliberales dictadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

“Mi papá tenía un carro, un Lancer azul, donde tenía un equipo de sonido y una plantica pequeña (…) La primera vez que fui a La Vega, mi papá me puso en el techo y me puso a hablar”, dijo en marzo de 2013, fecha en la que asumía su primera campaña electoral por la Presidencia de Venezuela.

No olvidó la desigualdad que presenció; tal vez sea por ello que la protección social es una política medular en su Gobierno, que otorga aportes económicos a través del Carnet de la Patria y fortalece el Sistema de Misiones y Grandes Misiones.

La política siempre estuvo presente en casa. A los 12 años se incorporó a las filas del movimiento político Ruptura, una acción que ocultó de su padre. En la adolescencia, combinó su actividad militante con las clases que recibía en el Liceo José Ávalos, ubicado en El Valle.

Nicolás sentía una conexión especial por la música. Es un fanático confeso del rock y, cuando la oportunidad se presenta, no duda en recomendar la canción Stairway to Heaven del grupo británico Led Zeppelin. Algunas piezas de John Lennon también han de integrar su lista de reproducción.

Cuando su look constaba de melena larga y bigote, estaba a cargo de la segunda guitarra de la banda Enigma, agrupación que lo atrapó en la década de los 80’s. Maduro es amante de la salsa y el guaguancó, siendo la canción Indestructible, de Ray Barretto, su grito de guerra frente a las maniobras desestabilizadoras que, desde el extranjero, se fraguan contra la nación.

En tiempos de persecución contra movimientos populares, Nicolás Maduro se integró a la Liga Socialista, organización de izquierda fundada en 1969 y obligada a actuar en clandestinidad dada la represión del régimen puntofijista.

En la década de los 90, cuando aromas de rebelión contra el deterioro social eran perceptibles, Maduro comenzó a trabajar como conductor en el Metro de Caracas, empresa en la que fungió como miembro de la Junta Directiva y fundador del Sindicato del Metro de Caracas (Sitrameca).

Ya para esa época, Nicolás se había convertido en padre. Muchas luchas emprendió, muchos barrios visitó y en 1992 escuchó hablar del movimiento bolivariano, de las ideas del Comandante Hugo Chávez.

Durante el encarcelamiento de Chávez en Yare, participó activamente en vigilias y concentraciones para exigir su liberación. Y en marzo de 1994, con el copeyano Rafael Caldera en la Presidencia, se dictó el sobreseimiento al rebelde del 4 de febrero.

De ahí en adelante no detuvo su marcha. Maduro, quien militó en el MBR-200 y Movimiento Quinta República (MVR), ocupó un curul en la Asamblea Nacional Constituyente, donde se desempeñó como presidente de la Comisión de Participación Ciudadana.

Entre 1999 y 2006, Nicolás Maduro formó parte de la Asamblea Nacional (AN), donde llegó a ocupar la presidencia. Del Parlamento fue separado para encarar nuevos desafíos, esta vez como la voz de Venezuela en el mundo.

El esquema geopolítico se configuró bajo su mando, pues junto a Chávez materializó mecanismos de integración latinoamericana y caribeña, como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (Alba-TCP), Petrocaribe, Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

Luego de seis años al frente de la Cancillería de la República, Chávez le encargó un nuevo reto. En 2012 asumió la Vicepresidencia, cargo que cumplió mientras que el líder de la Revolución Bolivariana encaraba una dura batalla contra el cáncer.

Con la partida física del nieto de Pedro Pérez Delgado, Nicolás Maduro debió encargarse de la Presidencia de Venezuela. En elecciones, el caraqueño triunfa con 50,75% de los sufragios, después de embarcarse en una campaña que lo llevó De Sabaneta a Miraflores.

La victoria de Maduro no fue vista con buenos ojos por los enemigos de la democracia. El gobierno de Estados Unidos (EEUU), entonces dirigido por Barack Obama, echó a andar una política hostil que, disfrazada de Orden Ejecutiva, sentó las bases de la agresión económica y militar contra Venezuela.

Los intentos por asfixiar a una población determinada a ser libre no cesaron con la despedida de Obama, dado que quien lo reemplazo en el cargo arreció el bloqueo económico y orquestó maniobras para derrocar el Gobierno Nacional.

Maduro, quien totalizó 60,84% de los votos en los comicios presidenciales de 2018, sobrevivió a un atentado fallido, amenazas de intervención extranjera y un intento de golpe de Estado. No registra la historia otro personaje que se mantenga al frente de la ofensiva después de tantas acometidas.

En la cruzada, el pueblo es un factor clave y por eso no lo olvida. Nicolás recuerda sus orígenes, confía en los venezolanos y continúa indestructible dirigiendo los destinos de la nación.

Prensa Presidencial / Karelis González

Send this to a friend