“Terminaremos la tarea: derrotar al producto electoral de la derecha”

—Algunos analistas dicen que las elecciones regionales del domingo son, al mismo tiempo, una medición de fuerzas internas del antichavismo. ¿Qué se siente participar en unas primarias opositoras?

—Ja,ja, yo creo que sólo el perdedor del 7 de octubre sigue creyendo que él es el líder de la oposición. Todos los demás ya no tienen líder o quieren ser ellos los líderes. Eso ha significado para mí y para la estructura del partido en Miranda un gran reto porque los grupos económicos no están dispuestos a que se les desvanezca el 16 de diciembre ese producto perfectamente elaborado y empaquetado que fue el candidato perdedor del 7 de octubre. Y eso es lo que va a ocurrir como consecuencia lógica de nuestra victoria sobre él. Hemos debido redoblar la paciencia para soportar las ofensas, las descalificaciones que han descargado sobre mi persona, mi familia y mis compañeros políticos con el propósito de evitar lo que ya es inevitable, que les ganemos de nuevo.

—¿Usted diría que el día después, 17 de diciembre, vendrá un gran terremoto en el antichavismo?

—Ese terremoto ya se produjo el 7 de octubre. Las elecciones regionales lo que harán será ponerlo en evidencia en toda su magnitud. Capriles nunca fue el verdadero líder de la oposición. Al terminar las presidenciales ya no era reconocido como líder por los demás factores opositores.

—Capriles ha intentado hacer con usted lo que el Presidente hacía con él en la campaña: dice que usted es aburrido, que da sueño. ¿Por qué será que se produce esa especie de mimetismo entre un candidato y quien lo derrotó?

—Lo que sucede es que a él se le fueron los asesores internacionales que tenía para las presidenciales y salió el verdadero yo del Doctor Merengue. Además, no tiene nada que ofrecer como balance al pueblo de Miranda luego de cuatro años de gestión. El cuadro es muy negativo: es el estado con mayor inseguridad, deterioro de las vías, el que menos apoyo le dio a las misiones. No tiene nada que ofrecer a los mirandinos. No tiene estatura intelectual para plantearse un debate ideológico con mi persona o con lo que representamos. Por eso cae en el terreno personal.

—En los muros del este de Caracas se ven pintas que dicen “Jaua ladrón, ahora viene por ti”, refiriéndose a las expropiaciones y las comunas. Más que de Capriles, parecen argumentos de un sector más radical de la derecha. Usted, que estuvo en Bandera Roja, ¿se imagina a María Corina Machado con un spray en la mano, rayando paredes?

—Ja, ja, no creo que esas cosas sean exclusivas del ala más ultraderechista de la oposición. En la campaña presidencial, al perdedor del 7 de octubre los asesores lograron llevarlo a un discurso destinado a neutralizar y confundir al pueblo bolivariano, lo mimetizaron con los valores discursivos de la cultura política del chavismo, pero en el fondo él es parte de esas posturas de la ultraderecha venezolana, y la prueba es que rápidamente se ha sintonizado con ese discurso. Hasta octubre no peleaba con nadie, era progresista y casi socialista y respetaba al Consejo Nacional Electoral. Desde noviembre descalifica al CNE, lleva a cabo ataques personales y ahora azuza el fantasma del anticomunismo. Él siempre ha sido parte de ese pensamiento, lo que pasa es que para las presidenciales, los asesores lograron convertirlo en un producto potable para el chavismo, metido en una cajita. Pero ese producto se desvaneció como pompas de jabón.

—Capriles también dice que el Gobierno ha enfriado la campaña para favorecer la abstención. ¿Usted también siente ese frío o son cosas de él?

—No, mira como estoy quemado de tanto llevar sol… No he sentido ese frío. Tenemos ya 14 años en procesos electorales y puedo decir que esta ha sido una de las campañas regionales más intensas. La de los compañeros en otros estados lo ha sido, pero en Miranda, muy especialmente, el chavismo está altamente motivado. Si están fríos los sectores opositores, ese es un problema de él, que no logra liderarlos, pero el pueblo mirandino está desarrollando un activismo importante por dos razones principales. Primero porque necesitamos recuperar nuestra Gobernación. Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde, y Miranda ha resentido durante estos cuatro años la falta de un operador político capaz de atender los problemas más directos de la gente. Esa gran carencia ha activado mucho no sólo a las fuerzas bolivarianas, sino también a muchos otros sectores. Por eso se han venido pronunciando dirigentes de base de Un Nuevo Tiempo, Copei, MAS. Por otra parte, en el chavismo hay la conciencia de que es necesario terminar una tarea: derrotar al producto electoral que la derecha elaboró durante estos 14 años. La victoria nuestra en Miranda le conviene a los partidos opositores porque puede representar una etapa en la que los dirigentes de esos partidos recobren el liderazgo, en el que han sido desplazados por los grupos económicos.

—Retomando eso de no saber lo que se tiene hasta que se pierde, ¿qué balance se hace en el chavismo acerca de las causas de la pérdida de la Gobernación hace cuatro años?

—Como mirandino te puedo asegurar que los cuatro años de gestión de Diosdado Cabello fueron el tiempo en el que se realizaron más obras en Miranda y se consolidaron las misiones nacionales. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que las elecciones de 2008 se dan en el contexto de un reflujo muy importante del chavismo. Veníamos de la derrota de 2007 (la fallida Reforma Constitucional), estábamos en un proceso de creación del Partido Socialista Unido de Venezuela, con el desprendimiento de aliados que eso ocasionó. El chavismo no fue unido a ese proceso, tuvo importantes escisiones. Faltó la articulación, la operación política. Uno se da cuenta de que los pueblos no sólo se mueven por obras materiales, sino también por conexiones políticas, afectivas, identificación con elementos culturales. El viernes lo pensaba cuando fuimos a la misa de agradecimiento por el reconocimiento de la Unesco a los Diablos Danzantes. La identificación de la gente vale más que una autopista o un metro. La conexión con la gente es fundamental. En esa etapa de 2007 y 2008 nos dogmatizamos mucho y perdimos algo que es la riqueza del chavismo: su conexión afectiva con el pueblo, el respeto a la pluralidad de un movimiento que es diverso, rebelde, enguerrillao. Se cometió el error de pensar que esto se podía convertir en una iglesia y eso tuvo consecuencias importantes, especialmente en estados como Miranda, donde la diversidad del pensamiento político es amplia.

—Por cierto que en el proceso actual ha habido también ciertas disonancias, como la del Partido Comunista en algunos estados. ¿Cómo juzga usted ese fenómeno?

—Preferiría no hacer esas valoraciones porque no es una situación nacional, sino casos particulares en algunos estados. El Partido Comunista forma parte de esta gran alianza patriótica y cada día demuestra consecuencia y lealtad con el presidente Chávez, siendo críticos, a veces con razón y otras, sin ella. Yo lo he discutido mucho con su Dirección Nacional, pero creo que siguen siendo una parte importante de la alianza.

—En el contexto de la campaña ha habido reuniones con empresarios mirandinos. —¿Cómo se vislumbra esa relación entre el sector privado y Jaua, el comunista, el gran expropiador de la comarca, cómo lo pintan algunos? ¿No le tienen miedo?

—Yo creo que a lo que más miedo le tienen los empresarios mirandinos hoy es a los altos niveles de inseguridad del estado, y no al comunismo. Durante los anteriores gobiernos de derecha en Miranda, una de las políticas más continuadas era la protección de los bienes empresariales y de las grandes urbanizaciones. Fue una política de apartheid, pero efectiva para esos sectores privilegiados. A esos gobiernos no les importaba que la delincuencia creciera en los barrios, con tal de que estuviera fuera de las urbanizaciones y de las zonas industriales. Pero eso se perdió en estos cuatro años. En estos días, una señora opositora en Los Ruices, me dijo: “mire, lo que pasa es que ahora no se cuida ni a los barrios ni a las urbanizaciones”. Con respecto a lo que sienten los empresarios, hay que establecer una distinción: en Miranda están las sedes de muchas de las más importantes empresas del país, transnacionales y financieras. Eso tiene que ver más con el contexto nacional, no con el regional. En cambio, hay un empresariado pequeño y mediano muy activo en zonas industriales como Guarenas-Guatire, Valles del Tuy, Altos Mirandinos, y en Barlovento, en el sector turismo. Lo que esa gente quiere es posibilidades de interlocución, no han podido conectarse con las políticas del Gobierno Nacional Bolivariano, por ejemplo para conocer las posibilidades de negocios que plantea Mercosur, porque no han tenido el canal adecuado, que debería ser el gobernador.

—¿Cómo se arregla el problema de la inseguridad en un estado tan complejo como Miranda que tiene una parte en Caracas y otra en zonas geográficas muy diferentes, cada una con sus particularidades?

—Bueno, primero que nada, el gobernador no puede estar aislado del contexto en el que se desenvuelve. Hay que coordinar políticas de seguridad con el Ministerio del Interior, la Comandancia de la Guardia Nacional, los cuerpos de inteligencia, con la jefa de Gobierno del Distrito Capital, con la Alcaldía de Caracas, con la Policía Nacional. Ese es un elemento clave. Lo segundo es la restitución de la autoridad policial democrática. Mientras haya Estado, éste debe ejercer la autoridad para garantizar la vida de las personas y la convivencia. Lo peor que se puede hacer es renunciar a esa atribución, como lo ha hecho el gobernador actual. Claro que eso requiere un gran esfuerzo: formación de policías con una nueva mentalidad, equipamiento policial y patrullaje. Parece una cosa de show, pero está demostrado que el patrullaje es un elemento disuasivo importante que se perdió en Miranda. Todo eso tiene que ir enmarcado en algo más amplio que es la mejora en las condiciones generales de vida de la mayoría y la lucha contra la subcultura de la muerte. El tema de la violencia tiene un alto componente cultural. Uno se pregunta por qué si la gente está mejor alimentada y los niños van a la escuela, sigue habiendo un alto nivel de violencia. Y la explicación es que la violencia lleva implícito un código de poder, cuestiones como ser importante, ser visible están relacionadas con la violencia. Hay que dar una batalla contracultural mucho más larga, pero que, por fortuna, los propios jóvenes están dando.

—¿Cómo un gobernador revolucionario puede entenderse con alcaldes de la derecha en un tema tan importante como la inseguridad?

—Algo que debe hacer el gobernador, y que el actual nunca hizo, es convocar al Consejo de Planificación de Políticas Públicas, que reúne a los alcaldes y otros funcionarios. No lo convocó porque la mayoría de los alcaldes son bolivarianos y porque ni siquiera con los de la derecha tiene buenas relaciones… recuerda que en esa familia están peleados… Cuando yo esté en el cargo convocaré a ese consejo porque es un mandato constitucional y, en el caso de la seguridad ciudadana, porque así lo establece la Ley Orgánica de Policía. Debemos ir a la coordinación policial y si estos alcaldes opositores son conscientes de la gravedad del problema, acudirán al llamado y acordarán una política de seguridad integral para Miranda.

—Haciendo un gran esfuerzo, ¿qué le reconocería a la gestión del gobernador Capriles Radonski?

—Si me hubiesen preguntado hace un mes, habría dicho que su trabajo en materia de educación, pero luego de haber recorrido el estado he comprobado que eso ha sido un gran pote de humo. Un exgobernador copeyano me dijo en Charallave que Capriles se ufana porque hizo 43 escuelas en cuatro años, y él dice haber hecho 200 en seis. La infraestructura educativa de las escuelas estadales es deplorable. Incluso las nuevas son puro maquillaje muchas de ellas carecen de servicios públicos y, de paso, están al margen, por decisión del gobierno regional, del programa Canaima y de la dotación gratuita de textos escolares del Ministerio del Poder Popular para la Educación.

—En el caso de que se produzca su victoria, ¿seguirá usted el ejemplo del Presidente y le hará una llamadita telefónica a Capriles la noche de las elecciones?

—En este caso, él tiene que venir a entregarme el cargo, ja, ja. Espero que venga en persona y no mande a otro, que asuma una responsabilidad por una vez en su vida.

“Desde la tristeza lograremos otra gran victoria”

Los finales de campaña suelen ser grandes celebraciones populares en las que los candidatos y la maquinaria partidista desatan su euforia y hacen catarsis pocas horas antes de las elecciones. Pero esta vez no será así, aunque haya razones de sobra para estar optimistas sobre los resultados de los comicios. “Partamos del hecho de que los chavistas estamos angustiados y tristes por el grave problema de salud que sufre nuestro comandante presidente”, dice Elías Jaua Milano (Caucagua, 1969), quien fue miembro de la Asamblea Nacional Constituyente, secretario privado del presidente Chávez, ministro de Agricultura y Tierras y vicepresidente ejecutivo de la República, y ahora es el aspirante bolivariano a la Gobernación de Miranda.

“Pero nadie debe olvidar que el chavismo ha conquistado varias de sus mayores victorias desde la tristeza. El mejor ejemplo fue lo sucedido en abril de 2002. El desconsuelo del pueblo ante el golpe de Estado de la derecha se convirtió en cuestión de horas en una de las victorias populares más hermosas de nuestra historia”, enfatiza este sociólogo, egresado de la Universidad Central de Venezuela.

Jaua asegura que esta vez ocurrirá algo similar. El pueblo chavista de todo el país se volcará a los centros de votación a cumplir la meta establecida por el propio comandante Hugo Chávez: una victoria por toda la línea en los 23 estados. “En particular, en Miranda somos conscientes de la importancia que tiene nuestra victoria para desbaratar los planes de la derecha de utilizar al Estado como instrumento de los planes de desestabilización que de nuevo están acariciando. Ahora, más que nunca, debemos ganar”, puntualizó.

En la política, desde siempre

La política llegó temprano a la vida de Elías Jaua. Según su propio testimonio, ya en el liceo participaba en la efervescencia de las luchas populares. Luego, en la UCV, perteneció a la Unión de Jóvenes Revolucionarios y al entonces legendario partido Bandera Roja. Después del 4 de febrero se acercó al comandante Hugo Chávez y su trayectoria tomó un rumbo que hasta ahora se ha mantenido invariable.

En los 14 años de Revolución, no ha dejado de tener funciones de relevancia: miembro de la Asamblea Nacional Constituyente, segundo vicepresidente de la Comisión Legislativa Nacional (el llamado Congresillo), secretario privado del presidente Chávez, ministro de la Secretaría de la Presidencia, presidente del Fondo Intergubernamental para la Descentralización, Fundador del Ministerio de Economía Popular, ministro de Agricultura y Tierras (en dos etapas) y vicepresidente Ejecutivo. Hoy es candidato a la Gobernación de Miranda. El lunes… amanecerá y veremos.

Ciudad CCS

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