Inmediatamente después de la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, en enero de 1958, los partidos AD, Copei y URD firmaron el Pacto de Punto Fijo, que excluía al Partido Comunista, pese a haber sido éste el principal opositor a la dictadura junto con Acción Democrática. Con la disculpa de proteger la estabilidad democrática, el pacto era en realidad una manera de conservar el poder en manos de la clase dominante y excluir de él a las fuerzas revolucionarias.
Durante los cuarenta años que duró ese período, entre 1958 y 1998, el movimiento popular sufrió una represión implacable, con miles de muertos, torturados y desaparecidos.
La lucha del pueblo adoptó diferentes formas según la coyuntura, guerrilla armada, huelgas y manifestaciones, hasta la rebelión popular espontánea de febrero de 1989 conocida como el Caracazo, que el Gobierno de Carlos Andrés Pérez ahogó en sangre.
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