La ministra del Poder Popular para la Juventud, Maripili Hernández, subrayó que se abrió un nuevo capítulo en las relaciones entre la Iglesia venezolana y el Gobierno Nacional.
Recordó que este martes, el vicepresidente de la República, Elías Jaua, y demás representantes del tren ministerial, tuvieron un encuentro con autoridades de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), en la sede del organismo ubicado en Montalbán, Caracas.
En este contexto, destacó que el diálogo en la referida reunión se realizó en las mejores condiciones, en términos muy respetuosos y con la exposición de diferentes puntos de vistas de las partes, de manera transparente.
Rememoró que desde hace años, el Gobierno Nacional no se reunía con la CEV, considerando que se había roto el diálogo por diversas de situaciones, entre las que citó la participación de altos jerarcas de la Iglesia en el Golpe de Estado de 2002, ejecutado por la derecha contra el presidente de la República, Hugo Chávez.
Hernández manifestó su aspiración a que las relaciones con la jerarquía eclesiástica sigan mejorando. “No es aspiración del Gobierno que los obispos sean chavistas o revolucionarios”, sentenció.
Asimismo, indicó que la función de los obispos es la de ser pastores y no partidarios de algún partido político. “No pueden limitar la acción de Cristo a pastorear a un grupo de ovejas”, agregó en entrevista en el programa Contragolpe, que transmite Venezolana de Televisión.
La ministra Hernández, quien también participó en el encuentro de este martes entre la Iglesia y el Gobierno venezolano, refirió que en el mismo intervino el presidente de la República, Hugo Chávez, a través de un contacto telefónico.
El Jefe de Estado saludó al presidente de la CEV, monseñor Diego Padrón. “Fue positivo porque el propio presidente de la República, Hugo Chávez, realizó una llamada para saludar al monseñor Diego Padrón, quien dijo que estaba contento porque el Presidente le planteó un encuentro”, comentó Hernández.
Igualmente, la titular de la cartera de la Juventud, reiteró que el Gobierno revolucionario no tiene intenciones de condicionar a la Iglesia.
