Parroquia Macarao, Distrito Capital El polideportivo Daniel «Chino» Canónico cuenta con cinco torres de luces, vestidas con pendones que resaltan la constancia, disciplina, victoria, trabajo en equipo y esfuerzo, los mismos valores que el Gobierno Bolivariano, que encabeza Nicolás Maduro, quiere exaltar para disminuir los niveles de violencia y no dejar oportunidades para que los jóvenes sean vulnerables al delito.
La visita a este complejo formó parte de la agenda de trabajo del gobierno de la eficiencia en la calle en el Distrito Capital, que este viernes cumplió el jefe del Estado. El recinto está proyectado para ser una ciudadela deportiva, con campos de béisbol y de fútbol, pista de atletismo y gimnasio vertical para practicar la halterofilia o la gimnasia.
La visita coincidió con la clínica deportiva que los Indígenas de Caracas, equipo de la Liga Bolivariana de Béisbol, le impartieron a los niños de la liga infantil capitalina. El presidente Maduro, que en su temprana juventud, durante los años 1978, 1979 y 1980 fue miembro de la selección de béisbol del entonces Distrito Federal; acotó, mientras se colocaba un guante para fildear con Antonio “Potro” Álvarez, exgrandeliga que le acompañó en esta visita.
Jacqueline Farías, jefa del Gobierno del Distrito Capital, explicó, apoyada en una maqueta colocada en el cajón de coach de la primera base, el gran proyecto deportivo que será el Daniel “Chino” Canónico.
Entre lanzamiento y lanzamiento, el presidente Maduro debía voltear a las gradas, cuya capacidad supera las 600 sillas, para saludar a la comunidad que disfrutaba de la clínica deportiva.
Se acercó a la primera estación de actividad, donde los peloteritos de las categorías semillita, preinfantil e infantil, es decir entre los cuatro y los diez años, aprendían técnicas de bateo; allí quiso ser uno más y tomó el bate, le dieron uno de aluminio, hizo un par de swings y se fue al cajón de bateo, lo hizo a la derecha, conectó varios roletazos a tercera, intentó un toque de bola, se cambió y lo intentó con la zurda, no le fue bien, le dieron un casco, necesario para evitar un mal golpe en la cabeza, no le fue bien y retornó a la derecha, conectando un hit que se fue al jardín central.
Por último fue al montículo, hizo varios lanzamientos a la goma, para calentar, y el bateador, un pelotero de los Indígenas de Caracas, no esperó y dio un toque de bola. Para el público era una fiesta.
“¡Nicolás, Nicolás!”, se oía, así que esta vez fue a saludar al público que estaba en las gradas de la izquierda. Fotos y más fotos, autografió franelas, pelotas y gorras, una de las cuales lucía una letra ‘A’. Le preguntó al niño cómo se llamaba el equipo; “Atléticos”, respondió el pequeño. “¡Ah!, así se llamaba un equipo donde yo jugué”, comentó Maduro.
Llegado el turno de hablar, conversó con la muchachada y con el periodista del Sistema Bolivariano de Comunicación e Información, quien le preguntó su impresión por la calidad del estadio.
“Esto es lo que queremos, construir bases sólidas de un movimiento deportivo, y para eso son claves los entrenadores”, dijo el jefe del Estado, quien practicó béisbol en Sierra Maestra y en Caricuao, sectores populares de Caracas.
Está convencido de que la práctica de actividades extra, ya sean deportivas o artísticas, forman en los niños valores como la disciplina y la constancia, que “sé que les servirán para alejarlos del delito, como lo dice el maestro José Antonio Abreu”.
Resalta el papel clave de la familia, su apoyo y acompañamiento para estimular y alentar al joven. Cree que esta es una de las formas de alejar a la sociedad del culto a la violencia.
Aconsejó a los niños, integrantes de la “Generación de Oro”, a trabajar duro porque “serán quienes nos den campeonatos y grandes triunfos”.
El polideportivo, protegido por el relieve montañoso que forma parte de la Cordillera de la Costa y del Parque Nacional Macarao, demuestra que la esperanza renació y se queda.
Marynés Ladera
