La primera aparición pública del Comandante Chávez, su discurso del 4 de febrero de 1992, inauguró una nueva era en la comunicación política en el país. En menos de un minuto, Chávez asumió con gallardía y sinceridad la responsabilidad por la acción y reconoció la derrota, asignándole un carácter transitorio y transformándola en potencial victoria. Definió la orientación política bolivariana del movimiento, ratificó su liderazgo, elogió y agradeció solidariamente la valentía y la lealtad de los insurgentes. El “Por ahora” se instaló en la consciencia nacional como augurio de un destino mejor para la patria. Su muy breve discurso inauguró los nuevos códigos de una comunicación que le permitió forjar un liderazgo indiscutible y una estrecha relación amorosa con su pueblo, para cambiar la historia del país.
El Comandante Chávez fue el extraordinario comunicador que conocimos porque siempre habló a su pueblo con un lenguaje común y en desde el plano de la igualdad, sin distancias ni artificios, y porque pulverizó eso que la burguesía llama “la majestad del poder”, tras la cual se esconde la arrogancia, la jerarquía y la estratificación desigual de la sociedad. Habló con el afecto y la sinceridad con la que se habla a un ser querido, con la sencillez del lenguaje popular y la ternura del lenguaje del amor y no con el lenguaje engolado del poder que impone distancias y crea desconfianzas. Habló con la valentía y el coraje que se requiere para enfrentar los más poderosos de la Tierra, sin importar la circunstancia, el escenario, ni el adversario a quien siempre retó con desparpajo: “váyanse cien veces al carajo yanquis de mierda”. Habló con la firmeza, la fuerza y las convicciones que reclama una lucha tan dura y trascendente como la emancipación de la humanidad y tuvo la audacia e intrepidez para rescatar el socialismo como sentido de vida, motivo de lucha y anhelo de sociedad. Habló con la amplitud de enfoques del visionario, la sensibilidad del poeta, la magia del hechicero, la fe del carbonero, con conocimiento profundo del alma de los pueblos a quienes amó con frenesí, por quienes luchó y a quienes entregó su vida, por ser él mismo expresión genuina de ese pueblo.
Chávez habló a los pobres desde la bondad de su corazón y con la ternura de un padre cariñoso, la paciencia y la claridad del pedagogo, el respeto y el sentimiento por el sufrimiento de los “condenados de la tierra” como alguna vez los llamó, recordando a Frantz Fanón, y siempre reconoció sus valores, dolores y anhelos, confiando en su capacidad para redimirse a sí mismos. Habló en el lenguaje poético del pueblo, porque fue capaz de recrear la vieja enseñanza de Martí: la poesía es hablar con verdad y sentimiento. Y por hablar con verdad y sentimiento fue capaz de rescatar las palabras y mostrarnos con ellas las vivencias y la historia de la comunidad, los encuentros alrededor del fogón, los olores y los sabores, las costumbres y las historias, las llanuras y las montañas, los cánticos del trabajo, del amor y del desengaño, y también las miseria humanas.
Nos enseñó que el corazón humano es un espacio de infinita ternura y también que el egoísmo lo transforma en un espacio yerto de infinita ruindad. Nos enseñó que una manera de hablar es una manera de ser, que hablar con verdad y sentimiento no deja fisuras y que si ser, pensar, decir y sentir son uno solo, se puede exponer el corazón al mundo sin temores. “Aló Presidente” fue un caleidoscopio donde estas imágenes de la lucha se fueron recreando dominicalmente y anidando en el corazón y la sensibilidad del pueblo venezolano, enseñando y aprendiendo un nuevo sentido de la política: un apostolado al servicio de los más pobres, una actividad a la vez cotidiana y trascendente, un acto de amor por el prójimo basado en el rescate de nuestra memoria histórica y nuestra identidad para crear un sentido de vida digno, vital, pleno y trascendente. Y a pesar de la vehemencia y la mordacidad de sus palabras, tuvo la serenidad para soportar la afrenta, la magnanimidad necesaria en la victoria, la dignidad para asumir la derrota y la persistencia para rectificar los errores.
En diciembre del 2012, la última vez que vimos su rostro y escuchamos sus palabras -20 años después de la primera vez-, volvió a asumir su responsabilidad histórica para exigirnos defender la patria, para tener una patria perpetua aún a costa del sacrificio de nuestra vida, para no dejar apagar la llamarada de la revolución que él encendió con aquel “Por ahora”.
Por Daniel Hernández/ Ciudad CCS
[box_download]Descargue encarte completo “Chávez Comunicador» http://www.minci.gob.ve/wp-content/uploads/downloads/2013/06/chavezcomunicador.pdf[/box_download]