A Los Próceres ya llegó el Niño Jesús

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Miles de caraqueños se acercaron ayer al inicio de la Feria Fiestas Navideñas Venezolanas 2014 para resolver desde los productos subvencionados de la cesta básica, los ingredientes de los platos navideños hasta los regalos del próximo Niño Jesús en el gran operativo que se realizó a cielo abierto en el Paseo Los Próceres del Municipio Bolivariano Libertador.

Eran las cinco de la tarde y Oriana descansaba en una silla plástica “prestada”. A su lado, sus dos chamos que revisaban emocionados una bolsa blanca, grande y apretada de juguetes.

“Estoy cansada. Estoy aquí desde las cinco de la mañana pero resolví mi Niño Jesús”, aclara entre el cansancio y una sonrisa de satisfacción.

Oriana contó que la muñeca de su hija Karla le costó Bs 2.500 y el carrito a control remoto de Randy otros 1.500 en un establecimiento privado: “Pero estos estaban a Bs 250, eso no me lo podía pelar, ahora sí que voy a hacer bultico con los regalos de Navidad”, afirma henchida de orgullo.

En la sección de juguetes se podían adquirir artículos desde los Bs 180. Un kit de beisbol de bate y pelota cuesta Bs 228, mientras que el “kit de princesa”, rondaba los Bs 250.

Y es que ayer, los que se acercaron al Paseo Los Próceres salieron a hacer mercado con los productos de la cesta Mercal, de las Empresas de Producción Social nacionalizadas (aceite, margarina, pollo, jabón), además de adquirir a precios solidarios todos los productos necesarios para realizar los platos navideños.

El pernil a 80 el kilo, la paca de hojas de plátano a Bs 40 y los precios de la harina de maíz a precios subsidiados atrajeron a Raquel y a todo aquel que quiso aprovechar los bajos precios.

Las colas empezaron antes de que la luz llegara a tocar los hitos del Paseo La Nacional y continuaba al final del día cuando aún quedaban personas en la larga fila que se organizó en las gradas de Los Próceres.

El objetivo era llegar al área del mercado, una de las más concurridas ayer, para salir con una compra repleta de artículos que triplican su precio en los establecimientos de venta de alimentos de las cadenas privadas.

“Me voy, hinchada, con los pies molidos, pero cumplí”, rezaba con voz agotada la señora Nelly Sepúlveda, que se vino a las seis de la mañana desde Los Jardines del Valle, y salía a las cuatro y media de la tarde del operativo.

Sin embargo, el provecho económico de la jornada le sacaba partido a cualquier cansancio.

“Mijo, esto se tarda pero es que hay que aprovechar”, apuntaba una vecina compañera, “venía por el aceite, pero al ver el precio del pernil no aguanté dos pedidas, a ese precio no lo hubiera podido comprar estas navidades”, concluyó, mientras las dos amigas emprendían nuevamente la marcha definitiva hacia sus hogares con una pesada bolsa entre las dos, cada una con una asa en cada brazo.

Adicionalmente, la feria contó con operativo de nutrición, oftalmología, salud sexual y reproductiva, entre otros servicios médicos.

Asimismo, las empresas de ensamblaje de tecnología como Vtelca, de electrodomésticos como la Haier, y de vehículos como Venirauto también se ofrecieron al público que desbordó la capacidad de atención del personal del Ministerio de Comercio.

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A lo largo del paseo, que se extiende desde la pista de desfile a lo largo de todo Los Próceres, casi hasta la Academia Militar, también se instalaron tarantines para vender productos de la Red de Artesanos y creadores populares, así como de las Empresas de Propiedad Social de comuneros y comuneras, y de los consejos comunales donde se podían conseguir desde pinturas con tecnología de sello endógeno, hasta hamacas, pasando por artesanía, bisutería, mercería variada, productos textiles, de limpieza, hamacas y hasta juegos pedagógicos.

Justamente, en un espacio reservado a los creadores populares estaba el señor Eduardo Baín, un veterano artesano venido de Valencia, estado Carabobo, que produce rompecabezas de madera de pino, tanto planos como tridimensionales.

“A mí lo que me da gusto es poner a la gente a pensar”, señaló divertido Baín, mientras veía a los curiosos perder la paciencia al tratar de resolver los acertijos de madera.

Un poco más allá, el área de servicios como el Café Venezuela ofrecía cafecito con las tres B, de bueno, bonito y barato, a los visitantes.

Mientras los más grandes esperaban para adquirir los productos necesitados y de oportunidad, los más pequeños pudieron disfrutar de una zona con un parque de colchones inflables.

Al final de la tarde, una tarima animó con orquestas en vivo a todo el personal que asistió, en su mayoría tropa regular y sus familiares, además del resto de los caraqueños y las caraqueñas que se fueron a disfrutar del inicio de las navidades.

Ciudad Caracas

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