Acción Democrática y el 7 de octubre

Puede que algunos se sorprendan, pero lo cierto es que, fundado en septiembre de 1941, Acción Democrática fue en su génesis, un partido revolucionario.

En el plano ideológico, el partido Acción Democrática se enmarca dentro de la “Socialdemocracia”, planteamiento político surgido como una división en el seno del marxismo. Muchas veces tiende a pensarse que el social-Cristianismo también está relacionado con el socialismo, lo cual es para nada cierto. Si la socialdemocracia surgió del marxismo, el social-cristianismo por su parte nace como respuesta de las élites en contra de las luchas obreras. Específicamente, se trató de la respuesta del Vaticano, eterno defensor de los ricos y poderosos, a lo que eran los importantes avances que las teorías de izquierda venían evidenciando dentro de los trabajadores.

De manera muy distinta al social-cristianismo, que lo que plantea es el conformismo de las mayorías explotadas, la Socialdemocracia sí planteaba en principio una ruptura con el modelo capitalista. La diferencia en el seno de la Internacional surgió porque el ala marxista mantuvo siempre la idea de que, las burguesías, las clases dominantes, jamás entregarían el poder por las buenas y que por lo tanto, la clase trabajadora debería en algún momento tomar por la vía que fuese el control del Estado para generar unas nuevas relaciones sociales y productivas en las que una pequeña minoría no tuviese el poder absoluto. Los socialdemócratas plantearon que tales objetivos podrían lograrse a través de la conciliación progresiva con las clases dominantes y su modelo jurídico-político, postulado que la experiencia histórica se encargaría de desmentir con los hechos.

Con ese legado revolucionario, en 1945 AD comienza su recordado “trienio” en el poder con una serie de reformas que van desde una nueva ley de educación, hasta una reforma agraria. Las políticas de Acción Democrática generan amplio malestar en sectores de poder como los militares, la alta jerarquía católica y la oligarquía nacional y transnacional, por lo que Rómulo Gallegos es derrocado y se inicia la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, de corte clero-fascista.

AD junto al PCV se convertirán en los principales bastiones de la lucha contra la dictadura en una serie de acciones clandestinas que llevan al derrocamiento de un régimen que nació con el beneplácito de la Casa Blanca pero que terminó siendo en lo económico de corte nacionalista, lo cual le valió el rechazo del Gobierno estadounidense.

El partido blanco, tal como se le llegó a conocer, regresa pues el poder en 1958 pero al igual que los socialdemócratas del resto del mundo, el partido Acción Democrática en Venezuela olvidó lo que habían sido sus postulados iniciales.

De manera lamentable AD da un giro de 180 grados e inicia desde el Gobierno una cruel persecución contra quienes fueran sus aliados de lucha en contra de la dictadura perezjimenista: el Partido Comunista de Venezuela.

Lo que vino a continuación es ampliamente conocido por muchos: represión política en las calles y en las universidades, el establecimiento de vicios de toda índole en el quehacer político e institucional tales como el burocratismo, el chanchullo, la palanca y la matraca y una degradación estructural generalizada que tendrá como botón de muestra aquel conocido refrán popular de “yo voto por los adecos porque ellos roban y dejan robar”.

Tras 40 años de algunos aciertos, pero sobre todo de muchos y muy grandes desaciertos, la Cuarta República termina convertida en un modelo de represión, de exclusión social contra el pueblo, de servilismo a las potencias y empresas extranjeras y de profunda desconexión entre la dirigencia política establecida y el verdadero sentir y pensar del pueblo.

Todo culmina con aquella fatídica masacre del 27 y 28 de febrero de 1989 conocida como “El Caracazo”, después de ahí la Cuarta República nunca volvió a ser igual. El profundo descrédito de la dirigencia política no pudo ser compensado ni siquiera por haber tenido que sacrificar a su máximo exponente: Carlos Andrés Pérez, a fin de evitar el fin del estatus quo, cosa que de todas maneras ocurrió con la llegada del comandante Hugo Chávez.

Después de haber sido la fuerza política hegemónica en Venezuela durante décadas, hoy la dirigencia de Acción Democrática se conforma con apoyar a un candidato que saben, a diferencia de ellos, es de ultraderecha.

En Primero Justicia detestan a los adecos. Sin el menor reparo pretenden venderse como “la nueva política” desdeñando de los “errores del pasado”. Olvidando que todo su partido Primero Justicia no es más que la reencarnación del elitista partido Copei, con hijos y nietos de los baluartes de aquel partido verde en el supuestamente “nuevo” partido amarillo, pero aún más: con un candidato como Capriles Radonski, que fuera diputado en el Congreso de la IV República por aquel Copei que para la época todavía representaba una fuerza política considerable en el panorama político de nuestra nación.

Tal como se aprecia en videos televisivos –que pueden ver cualquiera, ya que han sido publicados en internet– a los militantes adecos se les humilla en las movilizaciones de Radonski y se les maltrata hasta bajarlos como perros de las tarimas, pero además se les prohíbe a sus dirigentes andar cerca del candidato.

A su vez en Acción Democrática se nota la indiferencia para con Radonski. A ninguno de sus máximos dirigentes se le ve haciendo el más mínimo esfuerzo de realizar nada con el Comando Venezuela ni ninguno de sus voceros. En AD juegan a su nueva estrategia “de abajo hacia arriba”, en la cual ellos permanecen concentrados en ganar la mayor cantidad de alcaldías y gobernaciones posibles y de esa manera construir un crecimiento a futuro que, mediante el surgimiento de una nueva dirigencia adeca –ya ganaron la FCU de la UCV– les brinde el escenario para asistir a unas próximas elecciones presidenciales con un candidato propio, cosa que no ocurre desde Claudio Fermín en 1993. Después de todo, si alguien en la MUD sabe de estrategia política son precisamente los adecos, que saben lo que es lanzar golpes de Estado fallidos, derrocar gobiernos, y también que les tumben un gobierno. No por casualidad AD –siendo acérrimo opositor al gobierno del comandante Chávez– fue el único partido cuya dirigencia no participó en el régimen de facto de Pedro Carmona Estanga durante el 11

de abril.

Pero mas allá de la cómoda estrategia de parte de su dirigencia ¿cuánto mas podrá aguantar el CEN de AD los continuos desprecios y desplantes que le hacen los allegados del candidato a los militantes de la tolda blanca? ¿Existe dignidad en un CEN de AD que permite que maltraten y humillen a los adecos?

El presidente Chávez ha llamado a la constitución de una oposición seria luego de la derrota que, sin duda, sufrirán luego del 7 de octubre. ¿Podrá el CEN y la nueva militancia adeca insertarse dentro de ese nuevo escenario político nacional? No lo sabemos, pero lo que sí sabemos es que esta Acción Democrática de ahora, tiene la oportunidad de reivindicarse con el pueblo –con ese al que hace décadas traicionó– fijando una posición clara en contra de un candidato que de llegar a ganar por la vía que fuese, convertiría a Venezuela en un infierno en el que, tal como ellos mismos manifiestan sin tapujo entre pasillos, su siguiente objetivo después del chavismo sería la exterminación de Acción Democrática.

Ronald Muñoz / Ciudad CCS

Ilustración Etten Carvallo

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