Bolívar tiene qué hacer en América todavía

Las lápidas regularmente son de mármol, una piedra fría donde se inscribe la fecha de nacimiento y muerte de una persona y alguna descripción o pensamiento que se curte en el olvido. También sobre mármol reposaba la memoria del Libertador Simón Bolívar, sus cartas, sus proclamas, sus documentos.

En aquella arca de mármol, que custodiaba la Academia Nacional de la Historia, quedaron los archivos del Padre de la Patria congelados, al igual que su imagen que se reproducía, alejada de la contundencia de las acciones y del verbo bolivariano, en plazas, monedas y retratos colocados en oficinas, despachos y hogares.

El autor del preámbulo de la Constitución Bolivariana de Venezuela, Gustavo Pereira, enumera en su libro Simón Bolívar, Escritos Anticolonialistas, entre los varios Bolívar que se han creado al «amurallado por la bruma o la falsía» o al «superhombre o divinidad» o al «yerto, inofensivo, embalsamado» por ser objeto de culto.

«El fantasma que vivió y vive y trasciende y llega hasta nosotros, o al menos hasta mí, envuelto en su raída manta y presa de osadías y delirios y arrebatos y obsesiones y contradicciones y saberes e intuiciones es el Bolívar sensible, contraventor, apasionado, justiciero – revolucionario verdadero en suma- cuyo empeño, valor, generosidad, desprendimiento y talento infatigables de osado dirigente y soñador ayudaron a liberar y conformar naciones y mentalidades en un continente abatido por tres siglos de opresión y despojo», expresó.

Desde su fallecimiento en 1830, en la oficialidad prevaleció aquella imagen inaccesible de Bolívar que silenciaba su pensamiento, pero, en el seno del Ejército venezolano las palabras y el espíritu del Libertador, empezaron a reivindicarse por un grupo de soldados.

Cuando se cumplían 199 años del natalicio del Padre de al Patria, el capitán Hugo Rafael Chávez Frías se lanzó un discurso donde invocaba a José Martí, quien advertía que «Bolívar tiene qué hacer en América todavía». Era el año 1982.

«Pero así está Bolívar en el cielo de América vigilante y ceñudo, sentado aún en la roca de crear, con el inca al lado y el haz de banderas a los pies; así está él, calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejó hecho, sin hacer está hoy», citó el capitán.

Este episodio fue el gérmen del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR200), fundado bajo la sombra del Samán de Güere, y que tomó los ideales del Libertador como bandera.

Bolívar antiimperialista

Diez años más tarde de la creación del MBR200, Bolívar estuvo en el llamado a deponer las armas que dirigió Chávez, durante la insurrección cívico-militar del 4 de febrero de 1992, y siguió presente en sus alocuciones, programas, y discursos como jefe de Estado durante 14 años, e incluso, en el nombre que tomó la República a partir de 1999 con la aprobación de la nueva Constitución nacional.

En varias oportunidades el líder revolucionario recordó cómo Bolívar «adivinó al imperio», por el año 1826, y además lo definía como el primer gran antiimperialista al citar una de sus grandes sentencias: «Los Estados Unidos de Norteamérica parecen destinados por la providencia para plagar la América de miserias a nombre de la libertad».

«Vaya qué genio el de Bolívar», decía Chávez, pero la frase no quedaba allí, el antiimperialismo que rescataba del Libertador lo asumía como propio para reclamar respeto hacia los pueblos del Sur.

Desde el corazón de ese imperio, en plena asamblea general de la Organización de Naciones Unidas en 2006 denunció las ambiciones estadounidenses y llamó a los países del planeta a no permitir que se instalara la dictadura mundial.

«Desde esta misma tribuna el señor presidente de los Estados Unidos, a quien yo llamo ‘el diablo’, vino aquí hablando como dueño del mundo. Como vocero del Imperialismo vino a dar sus recetas para tratar de mantener el actual esquema de dominación, de explotación y de saqueo a los pueblos del mundo».

El rescate que hizo Chávez del pensamiento y la acción de quien libertó cinco naciones latinoamericanas es exaltada por especialistas en la materia, como el historiador Alejandro López quien considera que el mandatario socialista revivió a Bolívar.

«La historia comenzó a respirar y se retomó una lucha que solo estaba en cuadros y libros envejecidos», refirió.

Bolívar y la unidad regional

Ya no están en mármol los archivos del Libertador, en 2010 fueron trasladados de la bóveda custodiada por la Academia Nacional de la Historia al Archivo General de la Nación Generalísimo Francisco de Miranda.

En ese momento, el historiador Luis Pellicer, quien dirigió el traspaso al frente del Archivo General, dijo: «No es necesario que Bolívar esté en mármol. Queremos sacarlo del mármol porque el mármol implica muerte, y Bolívar está vivo» y a partir de allí se inicio un proceso de difusión y hoy los documentos se pueden consultar en la web.

En ese archivo digital reposa, entre tantas misivas, la Carta de Jamaica, escrita por el Libertador en 1815. Este texto fue una referencia imprescindible de Chávez para revitalizar el pensamiento de Bolívar en el mundo.

Justamente, desde Jamaica, en la apertura de la Cumbre de Petrocaribe en 2005, retomó las ideas planteadas por su mentor para poner sobre la mesa la necesaria unidad de la región y dijo con Bolívar: «Seguramente es la unión la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración».

Asimismo, en la cumbre que daría nacimiento a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), hace poco más de tres años, lanzó un discurso donde recogió palabras esta carta: «¡No nos caerá la Unidad por designios divinos!» y añadió: «¡Tendremos que trabajarla Porque esa Unidad tan ansiada, tan luchada, tan bregada, decimos aquí. En estos últimos 200 años, siempre se estrelló!».

Pero también las interpretaciones sesgadas de ese deseo de unidad regional de Bolívar abundaron en libros y discursos, el antropólogo y etnohistoriador venezolano Miguel Acosta Saignes desnuda a los historiadores que «propagan elucubraciones políticas que sustentan falsas posiciones» como la de reducir ese sueño bolivariano a una intención meramente geográfica que incluía a América del Norte.

«Cada vez que se reúne algún congreso panamericano, cunde la propaganda según la cual Bolívar propugnó las mismas uniones que el imperialismo ha apadrinado para provecho de los Estados Unidos. Se reúnen de manera confusa muchos materiales, se citan de modo incompleto los escritos de Bolívar, se le atribuyen afirmaciones que nunca realizó y se esconden hechos fundamentales(…)», apunta en su libro Bolívar, acción y utopía del hombre de las dificultades.

Acosta Saignes aclara que Bolívar se refería a la América colonizada por España y que éste, tomando las ideas de Francisco de Miranda, la había llamado América del Sur o la América Meridional, y recuerda que en el discurso de Angostura, en 1819, afirmó que la unión de Venezuela y la Nueva Granada era «el voto de los ciudadanos de ambos países y la garantía de la libertad de la América del Sur».

Chávez, quien retomó el proyecto de unidad suramericana de Bolívar, que se fue construyendo con su impulso con la instalación de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) y con fundación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), y que incluso fue más allá, a los pueblos de África, con las Cumbres de Jefes de Estado y de Gobierno de América del Sur y de África (ASA).

Bolívar y su ética

Después de su muerte, el 17 de diciembre de 1830, para Acosta Saignes, el Libertador fue convertido en «un mito acomodable» a los agentes de la neocolonización. Critica el llamado «culto a Bolívar» y el que se presentara al prócer como «una especie de semidios».

Además, advierte sobre algunos historiadores a los que llama «pontífices de ese culto» porque se empeñan en «una pretendida pureza de acciones y de pensamientos» del Padre de la Patria.

El autor del libro Bolívar, acción y utopía del hombre de las dificultades, apunta que uno de los «pontífices» del culto a Bolívar publicó el Diario de Bucaramanga, escrito por su edecán Perú de Lacroix, «expurgado de los pasajes que a él le han parecido falsos».

Por ello el educador e investigador del pensamiento de Bolívar, Hugo Argotti Córcega, insiste, con palabras de Chávez, en ir a las fuentes originales porque «la clase dominante ha tomado a Bolívar a su manera».

Recientemente publicó un libro titulado Ética del Libertador Simón Bolívar, basado en cartas, arengas, proclamas, discursos y artículos periodísticos escritos por Bolívar, y en el texto destacan citas de uno de los documentos fundamentales del Libertador, entre ellos el Discurso de Angostura, donde dice:

«El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política».

Quizá esta idea forjó la columna vertebral de la Revolución Bolivariana, Chávez insistía en ella, y con ella al frente se diseñaron políticas en el área de la salud, alimentación, educación y vivienda, se crearon las misiones sociales, y se emprendieron las grandes misiones para reivindicar a los adultos mayores y a las madres solteras, y mover el aparato productivo del país.

Pero más allá de ello, Argotti Córcega, apunta que el líder de la Revolución Bolivariana también rescató el pensamiento ético del Libertador e incluso recordó que su penúltimo plan de Gobierno, dentro de lo que Chávez llamó los Cinco Motores Constituyentes, se incluyó uno denominado Moral y Luces, para acentuar «la revolución ética».

«Siempre insistía en que esta es una revolución cultural, una revolución de las ideas. De nada sirve la casa bien equipada, si no está la conciencia bien equipada», expresó el investigador, quien recordó que el Poder Ciudadano, que tiene a su cargo «prevenir, investigar y sancionar los hechos que atenten contra la ética pública y la moral administrativa», consagrado en la Constitución Bolivariana, viene de un empeño de Bolívar.

En el Discurso de Angostura, Bolívar lanzó la propuesta del Poder Moral, lo que llamó la «cuarta potestad» de la República y cuyo dominio fuera «la infancia y el corazón de los hombres, y el espíritu público, las buenas costumbres y la Moral Republicana».

Desde una carta familiar hasta un discurso que demuestra las dotes de estadista del Libertador existe una coherencia ética. Por ejemplo, en una comunicación a su hermana María Antonia, con la misma fuerza que Bolívar arremete contra la corrupción demuestra con su determinación que es inviolable su rectitud ante el pedido, que ella le hace, de intervenir en un juicio valiéndose de su poder.

«No quiero exceder los límites de mis derechos, que, por lo mismo que mi situación es elevada, aquéllos son más estrechos. La suerte me ha colocado en el ápice del poder; pero no quiero tener otros derechos que los del simple ciudadano», escribe en abril de 1825.

Argotti, quien recoge esta misiva, apunta que igualmente Chávez era «éticamente bolivariano». «Alguien puede haberle dicho de todo a Chávez menos corrupto», dijo.

Chávez exaltó a Bolívar como «uno de los más grandes gigantes de la humanidad», y entre sus acciones en el orden simbólico dio a conocer al mundo una imagen digitalizada del rostro del Libertador, el 24 de julio del año 2012, para decir que la lucha del Padre de la Patria no ha terminado.

«Hablar de Bolívar es hablar del hoy. Rompamos el modelo de la historia de las estatuas, de las piedras que nos enseñó a ver a Bolívar como algo viejo, del pasado, porque las ideas de nuestro Libertador, están hoy más vigentes que nunca en nuestro continente», dijo Chávez en una alocución.

Los archivos de Bolívar se encuentran navegando en la web, el cuerpo del Libertador reposa en un gran Mausoleo dentro de un sarcófago de madera de cedrillo llanero y las banderas de los países bolivarianos lo rodean. No hay mármol y los corazones que entran al lugar laten con fuerza frente al Padre de la Patria.

«Bolívar es el Libertador de las Américas. Es un gigante, como Chávez, ellos dos van de la mano para mí», expresó Yaritza Moleira, una bolivarense que visitó fugazmente Caracas.

La guardia de honor que custodia los restos de Bolívar es relevada cada dos horas. Cuatro soldados marchan desde la entrada del Panteón Nacional hasta el sarcófrago y reemplazan a sus compañeros, pero antes uno de ellos grita una frase que rebota en la estructura en forma de vela de barco del Mausoleo:

«Padre Bolívar, no araste en el mar. Aquí estamos tus hijos para que tus sueños de la Patria Grande se hagan realidad».

Antonio Barrios AVN

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