Compañía Nacional de circo cumple tres años comprometida con el hecho social

Comprometida con ofrecer la actividad cultural como derecho soberano para el pueblo, la Compañía Nacional de Circo (CNC) celebra, este jueves, tres años de dignificación, sueños cumplidos y metas por abonar en esa carpa tricolor que ahora sirve de hogar y mecha ardiente para niños y jóvenes que decidan hacer del hecho circense su camino de vida.

Apegados al paradigma del circo contemporáneo; ausente de animales o personas con marcadas deformaciones físicas, el circo venezolano construye su modelo inspirado en la solidaridad entre los pueblos, la hermandad entre compañeros de oficio, la búsqueda de la conciencia artística social y la dignificación de una actividad relegada de las grandes manifestaciones artísticas.

«El principal logro en estos tres años es haber traído a más de 4.000 personas a ver circo hecho en Venezuela. Nuestro circo no utiliza animales, defiende la no violencia y asume el reto constante de siempre ir más allá, como una constante para superar errores», adelanta el director de la institución, Niky García.

Hace cuatro años la, en otrora, plaza de toros de la capital venezolana era terreno baldío y cuna para indigentes. Fue esa situación la que llevó a García a ocupar el sitio y con pocas llamadas realizadas, centenares de artistas sedientos de formarse y hacer carrera circense trazaron un sueño que hoy es una realidad: La carpa tricolor del Nuevo Circo.

En la colorida estructura se dan cita temporadas anuales, proyectos plásticos, escénicos y de variopintas ramificaciones culturales. La carpa ocupa la redoma central, mientras que a los alrededores, áreas verdes cobijan casas rodantes que sirven de hogar a decenas de jóvenes, para quienes el lugar recuperado es sinónimo a casa personal y profesional.

El elenco caraqueño agrupa a 30 circenses estables, divididos en brigadas artísticas de pequeño formato que recorren comunidades populares de la capital para ofrecer espectáculos gratuitos sin límite de edades. «El público nuestro es ese que por primera vez se encuentra con las artes escénicas porque nosotros hemos hecho contacto con comunidades que están arriba, en los cerros de Caracas», destaca García.

«La compañía busca el rescate de la técnica circense a través de trabajos bien hechos, propuestas que sobrepasen el entretenimiento y que ofrezcan un teatro social de gran contenido ideológico que llegue al público de una forma más contemporánea», explica el integrante de la CNC, Gabriel Moi.

Y ese mensaje señalado por Moi trasciende Caracas hacia otras carpas instaladas en las capitales de los estados Zulia, Sucre y Portuguesa, en las que figuran como núcleos activos y permanentes de la compañía. En la ciudad capital las principales actividades se producen en los sectores del 23 de Enero, El Valle, Coche y en la sede principal apostada en las adyacencias de la avenida Bolívar.

Circenses dignificados elevan conciencias

«El circo social es una herramienta increíble para la transformación social, tanto en la cultura como de cada individuo, por eso es extraordinario hacer circo y una persona que lo haga es extraordinaria, porque el circo te impulsa a creer en ti y hacer todo lo que quieras en la vida», confiesa emotivo Moi.

Un ejemplo cercano a ese hecho social es la dignificación del circense como trabajador del país con derechos equitativos al médico o ingeniero formado en aulas convencionales. «Hace años eso no estaba contemplado, pero estas nuevas políticas culturales son magníficas porque nos integran a nosotros, quienes nos formamos de manera autodidacta. La mayoría teníamos lesiones y hernias por malas formaciones. Ahora todos contamos con seguro social, se está creando conciencia de cómo se debe hacer circo», manifiesta Moi.

Más que enriquecerse con cada espectáculo, para los circenses de la CNC son más importantes esos encuentros calurosos con las comunidades visitadas o en pocas palabras: «llena más quedarte en tu país para ver nacer una compañía que te dignifique y te ofrezca formación», sentencia Moi, dedicado por años a la técnica de la cuerda floja y los malabares.

«Por primera vez los trabajadores del circo pueden acceder a seguridad médica, vacaciones, sueldo digno de acuerdo a su labor. Antes ‘matábamos tigres’, ahora podemos tener un proyecto de vida, pensar en una familia y hasta soñar en tener una vivienda», agrega el García.

Caravana circense marcha a Trujillo

La celebración por el tercer aniversario arrancará este jueves 20, cuando la caravana circense encienda motores hasta la ciudad trujillana de Valera con una de sus carpas itinerantes a cuestas y la pieza Yawarana como menú artístico desde el 22 hasta el 30 de septiembre.

El Domo Bolivariano, asentado en la comunidad trujillana de Carmania, se transformará en escenario mitológico para que interpretes de la CNC personifiquen a la comunidad indígena venezolana Yawarana, ocupantes del sur de la Amazona criolla.

«Quisimos rendirle un homenaje a nuestro pueblo indígena para llamar la atención del público respecto a sus modos de vivir y también porque ellos son una comunidad en riesgo de desaparecer. Recogimos algunos mitos de diferentes etnias venezolanas con el propósito de mezclar las técnicas del circo con el profundo sentimiento cosmogónico de los pueblos indígenas», expresa García, en relación a la segunda producción de la compañía.

Sin embargo, el festejo comenzó temprano con una participación en el Congreso Circuba, desarrollado en La Habana el pasado agosto, al que suman dos invitaciones especiales y la promoción del talento nacional.

El proyecto de la CNC comenzó a tomar cuerpo en 2008 con la adquisición de la carpa y equipos indispensables para la actividad circense. Es a partir de septiembre de 2009 cuando la carpa tricolor abrió sus puertas con capacidad de alojar 1.500 sonrisas.

AVN

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