Hace 45 años, el 6 de noviembre de 1971, tres meses después de su ingreso en la Academia Militar, con tan solo 16 años, el joven Hugo Rafael Chávez Frías es investido como cadete.
Para la época, se le conocía como «Tribilín» y solo quería ser jugador de béisbol, como su admirado Néstor «el Látigo» Chávez, así ve en el Ejército un puente para alcanzar su sueño.
Ya en su amada Casa de los Sueños Azules, tuvo como profesores a los generales Jacinto Pérez Arcay y Alberto Muller Rojas, quienes siembran en su corazón una semilla profundamente bolivariana, robinsoniana y zamorana. Allí descubre que nació para ser soldado «Esto es lo mío, soy soldado (…) cuatro años después, yo salí de subteniente con un fusil y el libro del Che Guevara debajo del brazo, eso sí es verdad».
Ya teniente coronel, en 1982, Hugo Chávez Frías, junto a Raúl Isaías Baduel, Jesús Urdaneta y Felipe Antonio Acosta Carlez, jura, bajo el Samán de Guere, luchar por un cambio de rumbo en Venezuela, marcando el inicio de la Revolución Bolivariana. Un año después, fundan el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200) como esperanza liberadora del pueblo humilde, sumido en la miseria; en los tiempos de la Cuarta República, donde una derecha ebria y corrupta, plegada completamente a los intereses de EEUU y el Fondo Monetario Internacional, gobernaba el país.
En Revolución, recordamos ese espíritu de soldado rebelde que lo caracterizó cada día de su vida al servicio de la patria, «aquí estoy, parado firme. Mándeme el pueblo, que yo sabré obedecer. Soldado soy del pueblo, ustedes son mi jefe».
Prensa Mippci
