“El panfleto fue y es el fusil más eficaz de la lucha revolucionaria”

Incisivo, polémico y revolucionario. La labor de Manuel Vadell y su editorial es la historia de un trabajo revolucionario dedicado a la publicación del pensamiento de izquierda y de denuncia desde los tiempos de la censura y la persecución durante la Cuarta República.

Este año la editorial Hermanos Vadell CA. cumplió cuarenta años y continúa en la misma labor que empezó cuando se fundara, en un proceso crítico del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), para seguir difundiendo el pensamiento revolucionario.

—¿Cómo se fundó la editorial Vadell hermanos?

—La editorial surgió en un período crítico y en medio de una coyuntura donde el movimiento de izquierda había optado, de manera equivocada, creo yo, por la lucha armada. Entonces, los que nos quedamos en las ciudades teníamos una importante labor de apoyo para los compañeros en la montaña y encontramos que había algo más valioso que las armas: la literatura. El panfleto fue el fusil más eficaz para la lucha revolucionaria de entonces, y de ahora.

La idea surgió de una reunión en la que participaron “El Negro” Bartolomé Vielma Hernández, Santiago Betancourt, Fernando Soto Sánchez. Éramos un cuadro del MIR y de un debate se prendió la idea.

—¿Por qué era necesario crear una editorial?

—Para contar todo aquello que la prensa no contaba. Estábamos claros en que el auge de un movimiento de masas tenía que ser acompañado por una literatura para la insurgencia. Por eso publicábamos panfletos, eso hay que decirlo. Los panfletos son la mejor herramienta de lucha para la concientización del pueblo. Por ello publicábamos la literatura que precedió a la Revolución francesa y libros de denuncia de Domingo Alberto Rangel, fundador del MIR, de Pedro Duno, entre otros autores que investigaban y realizaban denuncias.

—¿Cuál fue el primer libro?

—Los Mercaderes del voto, de Domingo Alberto Rangel. Fue nuestro primer libro junto a nuestro primer allanamiento. Era un libro contra Acción Democrática, Copei, Unión Republicana Democrática (URD). Luego salió El gran negocio también de Domingo Alberto Rangel y posteriormente publicamos a Pedro Duno, que lanzó ese misil que se llamaba Los doce apóstoles que denunciaba a toda la oligarquía nacional y de cómo estaban apoderados del país, ponían y quitaban candidatos y ministros.

Eran libros con investigación para sustentar todo lo dicho y que, hay que reconocerlo, eran criticados, pero leídos hasta por nuestros adversarios políticos. La dirigencia nueva de AD nos seguía respetando. Hasta Henry Ramos Allup, que tenía un viejo Mercedes Benz, mantenía la maleta llena de libros de Vadell Hermanos.

—¿Qué implicaba publicar esos libros en la Cuarta República?

—Era peligroso. Sobre todo por el riego de una policía que ignoraba aquello que perseguía y por qué lo perseguía. Aquí nos allanaban, entraban inquietos ante tanto libro y querían llevárselos, pero yo les decía que no hacía falta porque yo ya se los había mandado todos a la Digepol a ver si les entraba algo. El otro gran riesgo eran las brigadas de choque de AD y Copei que siempre nos atacaron.

—¿Qué cambió con la llegada del proceso revolucionario?

—Con el presidente Chávez siempre hubo buena relación, desde que lo fui a conocer a la cárcel estando preso después del 4 de febrero de 1992 hasta el último de nuestros encuentros tres meses antes de su muerte, cuando decidió que Los cuentos del Arañero iban a ser publicados por Vadell Hermanos. Él venía mucho aquí, incluso con Nicolás (Maduro). Chávez se sentaba sobre cajas de libros porque decía, echador de vaina como era, que lo dejaran ahí: “La literatura, Vadell, entra por cualquier parte”, nos decía. Chávez fue un gran lector y estaba preocupado profundamente porque la gente y sus equipos políticos leyeran.

—Y los militantes revolucionarios, ¿leen más que antes?

—Pues, fíjate que la lectura está muy mal empezando por los que detentan poder, no se ve en sus realizaciones, ni siquiera en la unidad que pidió Chávez. Eso es inconcebible para cualquier Revolución. El presidente Chávez sabía muy bien la importancia de formarse continuamente, y creo que ese es el mayor reto para el presidente Maduro. Mi temor no es el bombardeo de la derecha, sino que una combustión interna debilite y pierda el proceso revolucionario.

—¿Cómo está el pensamiento revolucionario venezolano?

—Estancado, aparte de uno que otro líder. Eso angustiaba a Chávez, que se desvivía porque los cuadros políticos leyeran y se aceraran en el combate de las ideas porque el que no tiene ideas, y esa es la tragedia actual, poco puede combatir con posibilidad de vencer.

—¿Qué le falta a la Revolución?

—A los revolucionarios les hace falta escuela (política) y que las ideas, que son pocas, sean propias y no importadas de Francia u otras latitudes para tratar de colmar espacios de un gobierno que tiene sus raíces en los líderes y el pensamiento latinoamericano de ayer y hoy.

—¿Cuáles son los principales retos para el desarrollo de un pensamiento de izquierda?

—Hay varios retos importantes. El primero, la crítica y la autocrítica, duélale a quien le duela, y, sobre todo, una gran lucha por la transparencia. Hace falta que la gente denuncie, que diga quiénes son los ladrones nuestros, que los tenemos, que investiguemos y que sancionemos al dirigente que pretenda tener a más de un familiar en el Gobierno. El problema de hoy está en que dentro del partido aplica eso de “a más masa, más mazamorra”. Sin ideología no se puede tener atados a los sectores populares de manera indefinida. A la población hay que darle comida para el cuerpo y también para el alma.

“Mi Primera Vida”

En marzo de 1973, Manuel Vadell, con el apoyo de sus hermanos, creó un fondo editorial para gestar una serie de libros que dinamizaran la discusión política y el acervo cultural, según señala el portal de la editorial. Sus libros se abocaron al panfleto, el ensayo político, investigación, documentación y pedagogía. Para el próximo 28 de julio está previsto el lanzamiento del libro Mi primera Vida, texto que recogerá conversaciones del Comandante Hugo Chávez con el periodista Ignacio Ramonet, en el que relata sus vivencias hasta la llegada a Miraflores en 1999, adonde inició “su segunda vida”.

Ciudad CCS

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