El rumor como arma política

–¿Qué rumor es ese Sancho?

–No sé, señor, respondió él–. Alguna cosa nueva debe ser, que las aventuras y desventuras nunca comienzan por poco. (El Quijote).

Pueblo pequeño, infierno grande, así decían en mi pueblo Caicara de Maturín, en el Estado Monagas, y creo que ese refrán se extendía a toda Venezuela. De alguna manera, este popular refrán revelaba lo dañino del rumor y el chisme, que se propagaba como la llama en la pólvora, cuando subrepticiamente era difundida alguna información mal intencionada, para incomodar a un vecino, o sencillamente se inventaba algún hecho con el ánimo de perjudicar a alguien.

Su uso se pierde en los anales de la historia. El rumor, el chisme, en otras palabras más académicas, la maledicencia, ha sido causa de muchos infortunios, peleas entre vecinos, separación de parejas, reconcomio entre amigos, peleas entre padre e hijos y a los más altos niveles verdaderas crisis en gabinetes políticos y luchas entre los partidos políticos. Su uso, realmente, puede ser urticante y erosionador.

Los rumores, en realidad, son especulaciones que se hacen sobre variedad de acontecimientos, hechos, situaciones y corren de boca en boca con una eficiencia extraordinaria, quizás porque detrás de ellos está el jugar con el misterio, con la suspicacia, la morbosidad.

El rumor puede esconder informaciones falsas, hechos semiciertos, bromas, burlas, propaganda, pero tiene como gran desventaja para el receptor la imposibilidad en forma inmediata y práctica de ser confirmado, corroborado y esta debilidad se convierte en gran fortaleza para quien lo usa como factor de manipulación.

Hemos señalado anteriormente, que el rumor se transmite de boca en boca, sí, pero en tiempos pasados, porque ahora con el advenimiento de internet, el rumor tiene una autopista para diseminarse casi sin límite y sus efectos son de mayor impacto, porque ahora son millones de personas las que reciben centenares de mensajes, casi a diario, sin horarios ni límites fronterizos.

Podemos decir que el rumor en nuestros tiempos tiene pantalones largos, cuenta con tecnología apropiada para difundirse, y cuenta con equipos, verdaderos laboratorios de guerra sucia, para fabricarlos, enlatarlos, y enviarlos a millones de usuarios, que a su vez los rebotan a otros y de esta manera se construyen cadenas interminables que recorren por tiempo indeterminado todo el espectro del ciberespacio.

Estos laboratorios de guerra sucia han encontrado una mina de oro, el ingenuo rumor de otros tiempos es ahora una herramienta política, un verdadero instrumento para la guerra sucia y de allí que se han formado, organizaciones e individualidades que ofrecen sus servicios para campañas políticas, al margen de cualquier ética, sin importarles los valores de honestidad, la sana competencia y el verdadero debate político con parámetros de decencia.

El anonimato, que era una de las características tradicionales del rumor, ha pasado a un segundo plano, los que encarnan la guerra sucia, utilizando el rumor como herramienta política, no tienen la menor vergüenza de reconocer públicamente que su arma es la mentira, el engaño y la manipulación para lograr sus fines. Podría endosárseles la frase que se le atribuye a Maquiavelo: “El fin justifica los medios”, lo que significa en la práctica utilizar cualquier medio, incluyendo los ilícitos para lograr sus propósitos. Para un conocido político venezolano sería el uso de “cualquier camino”. Por supuesto, que actuar de esta manera es ir contra cualquier precepto ético.

Y este proceder, trasladado al plano político, es llevar la política a los estándares más degradados a los que una sociedad pueda llegar. La política, en manos de estos laboratorios de guerra sucia, deja de ser una actividad decente para convertirse en una profesión de tramposos, siempre dispuestos a utilizar la mentira, el engaño, la manipulación de cerebros y sustituir el debate, la presentación de propuestas, la sinceridad en los planes que se ofrecen.

Ya en Venezuela estamos observando muestras de esta perversa manipulación. Considero que los venezolanos en los últimos diez años hemos sido sometidos como pueblo, a un brutal uso del rumor para dividirnos, desorientarnos, confundirnos, en fin, manipularnos, con el propósito de utilizar el malestar general que generan estas informaciones falsas, con fines políticos desestabilizadores.

Los medios de comunicación privados, desatendiendo las orientaciones que los códigos deontológicos profesionales recomiendan para actuar frente al rumor, se han hecho eco de los mismos, contribuyendo junto a las redes sociales a generar matrices de opinión orientadas políticamente a crear un clima de exacerbación política, que cree las bases propicias para mantener el país en un estado permanente de subversión.

Eso puede observarse en la reacción cotidiana de miles de venezolanos que, pareciera que se les ha incrustado un chip en el cerebro que les impide observar el panorama imparcialmente, que les impide ver los aspectos positivos de su propio país, viven en una realidad virtual que no les permite actuar con lógica y racionalidad.

Estos venezolanos, en realidad, han sido inoculados por los medios de comunicación privados y las redes sociales, desconociendo la inmensa mayoría de ellos que detrás de su conducta han estado grandes laboratorios de guerra sucia financiados por países que pretenden pescar en río revuelto, una vez que Venezuela se sumerja en un caos indetenible.

Este trabajo desarrollado por los medios de comunicación forma parte de una nueva estrategia de los mismos países que tradicionalmente han colonizado, dominado y explotado los recursos naturales de las naciones, los que pretenden sustituir el ejército invasor tradicional por el uso “inteligente” de los medios de comunicación como armas de guerra.

En otras palabras, el uso de los medios de comunicación como factores de penetración y ablandamiento, para luego, con los títeres nacionales y con poco esfuerzo militar, controlar las naciones que se han propuesto dominar nuevamente o mantener bajo sus dominios.

Pero igualmente es necesario señalar que no son solamente los grandes medios privados los que acuden a esta estratagema, sino también periodistas asalariados y esa especie de organizaciones que se disfrazan de defensoras de los derechos humanos y de supuestos valores democráticos y constitucionales (nacionales e internacionales) que se hacen llamar ONG, pero que por dinero se prestan a este juego sucio.

Por eso, es indispensable en la Venezuela de hoy entender los medios de comunicación y el uso de las redes sociales que utilizan el rumor como arma política, para desentrañar los intereses que detrás de ellos se ocultan y desenmascararlos. A la par, fortalecer medios alternativos que eduquen a la población, la orienten y permitan acerar una conciencia nacional que se enfrente a las pretensiones imperiales, la verdadera mano peluda que está entre bastidores, manejando sus marionetas para desestabilizar, conspirar y coronar sus propósitos de dominación y explotación.

El rumor en la Venezuela de nuestros días está siendo utilizado como un arma política para la desestabilización, tomando como base algunas reivindicaciones y hechos que podrían tener algún sustento en nuestra realidad, pero que en el fondo, para los manipuladores de profesión, lo que buscan no es resolverlos, sino, por el contrario, crear escenarios artificiales interminables, revestidos de “espontaneidad”, para fomentar violencia.

Jesús Sotillo Bolívar /Ciudad CCS

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