Es necesario vivir un periodismo combativo

Estamos en la víspera de celebrar un nuevo Día del Periodista el próximo 27 de junio y me puse a meditar sobre los grandes retos que debemos asumir desde los distintos gremios y escuelas que nos acogen para fijar posiciones coherentes y transcendentales en virtud de las reservas morales y éticas que posee el periodismo venezolano.

No se trata de un juego de palabras sino del anhelo de contar con un Colegio Nacional de Periodistas cuya directiva sea capaz de poner en práctica el Código de Ética que nos rige y que entienda que el Tribunal Disciplinario no es un adorno sino un importante instrumento pedagógico que nos ayude a mejorar en el desempeño de una profesión que nos brinda el privilegio de que seamos, entre otras cosas, los recaderos de nuestro pueblo.

Uno ve con preocupación que el CNP se parezca más a un partido político, al servicio de intereses inconfesables, que a un gremio que actúe celosamente para lograr las reivindicaciones sociales de los periodistas. Por supuesto, cada quien es libre de escoger la parcialidad política que mejor cuadre con su personalidad, lo malo es la actitud sesgada de un gremio que luce cansado, opaco y que reclama fuerzas renovadoras.

Tuve una amarga experiencia con el anterior presidente del CNP, Levy Benshimol, a quien solicité me permitiera ejercer el derecho a réplica sobre unas apreciaciones cargadas de muchas sospechas vertidas en la columna que posee en el diario La Voz las cuales tuvieron un impacto en contra de los nobles propósitos del Primer Crucero de Bandera Venezolana. A este proyecto de Saveca le brindo mi apoyo porque es un vehículo muy importante para que temporadistas venezolanos conozcan las riquezas marinas de lugares como Los Roques, un emporio hasta ahora reservado a gente adinerada con posadas dolarizadas. Benshimol no me concedió esa oportunidad a la cual estaba obligado por el mismo Código de Ética que nos enseñó a valorar cuando nos impartió clases como profesor en la Universidad Católica Andrés Bello en la década de los 80.

Para que exista un periodismo humanista las Escuelas de Comunicación Social también deben mejorar sobre todo en los criterios de selección y admisión de estudiantes de una de las disciplinas académicas de mayor demanda universitaria. Si todavía persiste la elevada motivación al poder de los estudiantes que ingresan no será un comunicador integral ese que debe equilibrar otras motivaciones como el logro y la afiliación. Hoy vemos por todos lados a periodistas “alzaos” que creen ser el centro de las noticias, sin ningún tipo de humildad, que no transmiten confianza sino temor y muy dados al palangrismo perverso.

A nivel regional los CNP también deben ser más flexibles sobre todo con el nombre vitalicio que le asignan a los premios de periodismo cuando deben brindar la oportunidad de que otras personalidades e instituciones sean honradas en virtud de sus aportes comunicacionales a la sociedad. Inclusive los jurados que otorgue el premio, por la vía del concurso, no deben ser estrictamente periodistas como tajantemente lo expresan en esas condiciones para entregar tales galardones. Ojalá que los gobiernos regionales y locales encuentren alguna fórmula para que esos premios se democraticen, es decir, sean otorgados por las comunidades organizadas a que le sirven con el fin de evitar “la complacencia”, “el amiguismo” y la “adulación”.

El periodismo es una profesión que debe ser vivida con mucha dignidad y mucho combate y eso requiere de un alto nivel de sensibilidad crítica para que tenga una expresión didáctica.

Hace unos días la rectora de la Universidad Central de Venezuela, Dra. Arocha, entrevistada en Primera Página en Globovisión a una pregunta de un tuitero sobre “el privilegio de clases en la UCV”, se defendió al decir que en esa Casa de Estudios “ADMITIMOS A TODAS LAS RAZAS”. ¡No me desmayé de vaina! Claro que más culpa que la rectora, la tiene la periodista que dejó pasar esa barbaridad perdiendo una oportunidad de hacer docencia ante esa catedrática que de esa manera no va a vencer ninguna sombra si no revisa su conciencia y su vocabulario. En todas las universidades del mundo está prohibido hablar de razas cuando de la especie humana se trata. La razón es muy sencilla, la encuentran en los estudios científicos relativamente recientes sobre genética, biología molecular y otras disciplinas que por diferentes vías, y en diversas naciones, encuentran una verdad inobjetable: África, la cuna del homo sapiens. Es hora de que la Dra. Arocha entienda que posee en su ADN mitocondrial las claves biológicas que le da más prestigio a la maternidad al ser la mujer la única capaz de transmitirnos una herencia que unifica a toda la humanidad, que nos hermana.

El otro ejemplo de periodismo al servicio del racismo lo puso la Lic. Lissette Cardona del diario El Nacional cuando el pasado domingo 23 de junio, en la primera página del cuerpo C afirmó sobre los tambores que es “propio de los negros esclavos asentados en Venezuela en la época de la Colonia… es una fecha para celebrar los tres días de asueto que los dueños de las haciendas dejaban a los esclavos una vez al año”. El buen lector puede percibir la intención de resaltar la “benevolencia” del amo que da 3 días de los 365 del año para que el esclavizado le rinda pleitesía. Ojalá que esta periodista sea una joven capaz de rectificar sus señalamientos porque eso nunca existió. Los tambores siempre han sido instrumentos de rebelión. El más contundente lenguaje sonoro para el ejercicio de la liberación de los esclavizados. El toque esperanzador para vencer a los injustos de ese tiempo y los de ahora, incluyendo a la iglesia Católica, que siempre ha ejercido su hegemonía cultural para apropiarse de manifestaciones populares ajenas e invisibilizar a los negros con sus tambores de guerra siempre deseosos de escuchar los latidos de sus corazones.

No es casual que la fiesta de los tambores coincida con la batalla que selló la Independencia de Venezuela. Lo que movía a los soldados en Carabobo era el eco de esos tambores de los negros que aportaron su fuerza y su coraje a la patria del Bolívar de El Correo del Orinoco. El periodista debe preservar la memoria histórica y dejar a un lado las discriminaciones sociales y el racismo que tanto daño le ha hecho a la humanidad.

Bueno, felicidades colegas en su día, yo también tengo que cambiar mi manera de cimarronear. Saludos a todos sin exclusión.

Ignacio Laya/Ciudad Caracas

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