ESPECIAL | Bolívar, el Libertador de todos los tiempos

Archivo

Palacio de Miraflores, Caracas.- Cuando el título de Libertador se unió para siempre a su nombre, aún palpitaba en los corazones patriotas la gloria de la Campaña Admirable. En 1813, el pueblo al que valientemente servía, reconocía en Simón Bolívar al brillante conductor de las tropas republicanas que expulsarían a las huestes enemigas del sagrado suelo de la Patria.

Él marchaba por Mérida al escuchar por vez primera: «Bolívar, Libertador» en boca de su fervorosa población. Era 23 de mayo, apenas sumaban nueve días las hábiles maniobras de liberación del territorio que se extendía desde San Antonio del Táchira a Caracas.

A su terruño entró triunfante el 6 de agosto, luego de cruzar a caballo el escarpado suelo del occidente venezolano. Su Caracas era libre de la dominación ejercida por Domingo de Monteverde, quien se enrumbaba a Puerto Cabello, mientras 30.000 almas recibían entre los vítores más expresivos a Bolívar y su aguerrido ejército.

Dos meses pasarían para que la Municipalidad de Caracas lo proclamara solemnemente Capitán General de los Ejércitos y Libertador de Venezuela. Sucedió el 14 de octubre, días después de la victoria patriota en los campos de Bárbula (30 de septiembre) y Las Trincheras (3 de octubre), acciones armadas que allanaron el camino para la fundación de la Segunda República.

«(Simón Bolívar) ha entrado ayer la segunda vez en esta capital, coronado de laureles, entre los vivas y aplausos más expresivos y sinceros de todos los cuerpos militares y civiles, del eclesiástico, con su prelado a la cabeza, de todas las personas más ilustres y notables del país, y de un pueblo numerosísimo que espontáneamente concurrió a recibirle, vencedor y glorioso, por haber dejado desechas y aniquiladas las fuerzas enemigas que vinieron últimamente de España», reza el acta de la Municipalidad de Caracas, rubricada por el secretario Francisco León de Urbina.

Del Templo de San Francisco saldría Simón Bolívar con el epíteto de «siempre victorioso y siempre triunfante», que denota la esencia de la honrosa denominación que recibiría «para que use de él como de un don que consagra la patria agradecida a un hijo tan benemérito».

En palabras de Bolívar era el «título más glorioso y satisfactorio para mí, que el cetro de todos los imperios de la tierra». En una misiva dirigida a la Municipalidad de Caracas, fechada el 18 de octubre de 1813, subrayó que en la empresa de restablecer la República «los demás oficiales y tropas son verdaderamente estos ilustres libertadores», razón por la cual señaló que son merecedores de «las recompensas con que a nombre de los pueblos quieren premiar vuestras señorías en mí, servicios que estos han hecho».

«El Congreso de la Nueva Granada confió a mis débiles esfuerzos el restablecimiento de nuestra República. Yo he puesto de mi parte el celo; ningún peligro me ha detenido. Si esto puede darme lugar entre los ciudadanos de nuestra nación, los felices resultados de la campaña que han dirigido mis órdenes, es un digno galardón de estos servicios, que todos los soldados del ejército han prestado igualmente bajo las banderas republicanas», puntualizó el Capitán de los Ejércitos y Libertador de Venezuela.

Así quedó inmortalizada su memoria en los anales de América del Sur, cuya integración se planteó alcanzar como vía para garantizar la plena emancipación.

No solo su liderazgo y sapiencia del arte militar le harían ser llamado Libertador. Él defendía la independencia como el bien más preciado de los pueblos, razón por la cual jamás dudó en ofrendar su vida a la noble causa de la libertad.

De su personalidad también resalta su consciencia analítica y crítica, lo que le permitía detectar las injusticias sociales y políticas de una época teñida por la sangre de republicanos y realistas. Su visión geopolítica, sensibilidad y decisión firme ante las dificultades propias de la Guerra de Independencia, tributaron a la conquista de las armas republicanas sobre las cadenas que oprimían a los pueblos de Venezuela y la Nueva Granada.

A 208 años de su proclamación como Libertador de Venezuela, las naciones que tienen su huella palpable encuentran en Simón Bolívar un ideal ejemplar para encarar las batallas que a diario los enfrentan a otros imperios que ansían rendición.

Prensa Presidencial/Karelis González

Send this to a friend