Germán Campos: Proceso de diálogo debe diferenciar los matices que hay en la oposición

Muchas cosas han ocurrido en Venezuela en los últimos 15 días. Una de ellas es la convocatoria a la conferencia nacional de paz, realizada por el presidente Nicolás Maduro con participación, no solo del chavismo, sino de sectores opositores y empresariales. El director de Consultores 3011, Germán Campos, señala -en conversación con el Correo del Orinoco- que el proceso de diálogo debe diferencias los matices que hay en la oposición.

Las manifestaciones de oposición deben ser ubicadas, a criterio de Campos, en el contexto del crecimiento político “que hemos vivido en los últimos años”. A partir de 1998, rememora, hubo “un gran proceso de repolitización de la sociedad venezolana: la sociedad recuperó la política”. Por ello, “más allá de acuerdos o desacuerdos con este proyecto de transformación, más allá de los acuerdos y desacuerdos, se ha generado en Venezuela un cambio importante en la matriz de la cultura política de la sociedad, en los valores, en lo que los ciudadanos hoy perciben como democracia: como la conciben, cómo conciben la economía, las relaciones económicas, las relaciones sociales”.

A su juicio, es un error “convertir a todos estos sectores que han adversado este proceso en una masa homogénea; es no entender que ahí matices, diversidades que se explican desde distintas maneras. Por ejemplo, hay sectores que seguramente han adversado este proceso, como todo proceso de cambio, por los temores naturales frente a los cambios en una sociedad”.

-¿Ese es el sector mayoritario?

-Pienso que hoy ese es el sector mayoritario en lo que llamamos oposición, que básicamente ha adversado este proceso por prejuicios sembrados, que en América Latina fueron muy importantes. Si la palabra socialismo era una grosería en Venezuela en los años 80, por supuesto eso genera temores, incomprensiones más allá de las enormes deficiencias que han tenido en muchas ocasiones el propio Gobierno y el propio proceso para comunicarse correctamente con la sociedad. Luego, creo que uno de los errores más graves, sobre todo en los últimos tiempos, es que hemos convertido a ese sector opositor, o pareciera que hay sectores que convierten a ese mundo opositor en un bloque homogéneo. Eso impide comprender, por ejemplo, la naturaleza de estas protestas.

-¿Cuál es la naturaleza de las protestas?

-Tiene distintas vertientes. Qué duda cabe de que en Venezuela en los últimos meses -el propio Gobierno así lo reconoce- ha tenido dificultades. El Gobierno tiene una visión de esas dificultades, una visión que tiene que ver con lo que calificó como guerra económica, pero esos no son los únicos que han jugado, porque el propio Gobierno ha reconocido que había un déficit en el tema productivo en Venezuela. Entonces, si no entendemos eso, parece que reducimos el tema de las protestas -que han alcanzado niveles de violencia indeseables- a una confrontación en términos ideológicos, y no es así.

De acuerdo con su análisis, “hay un sector de la población que probablemente no había salido a protestar, pero que sentía malestar, expresaba una valoración menos positiva de la gestión del gobierno y que tenía niveles de incomodidad. Y sobre eso se monta otro sector de la oposición, que yo estoy convencido de que es la minoría, que es el sector de ultraderecha o presuntamente conservador que ha adversado este proceso de cambios -antes de sus inicios- por razones estrictamente ideológicas”.

-¿Por qué coinciden?

-Esos sectores terminan juntos en la calle porque uno de los déficit del mundo opositor que ha tenido una práctica democrática es que entregó su liderazgo, y se lo entregó a estos sectores por temores, por miedos, por incapacidad de comprender lo que estaba pasando. La sociedad fue aspirando a una transformación radical, pero estos sectores terminaron no comprendiéndolo y eso los espantó, vaciaron el juego de la política y el liderazgo opositor se lo entregaron a los medios de comunicación y a algunos factores económicos, tanto nacionales como trasnacionales. Ahí yo creo que hay un primer déficit de ese mundo opositor democrático. Hay sectores de la oposición, y los estudios de opinión así lo dicen, que reconocen cosas importantes de este proyecto: El rescate de la soberanía, el rescate de la identidad.

A su juicio, la oposición democrática y la violenta pueden terminar juntas en la calle, aun cuando “estudios recientes muestran que la gran mayoría de esos venezolanos están en contra de estos hechos de violencia, no aspiran a un país de la violencia, no creen que el cambio sea por la vía de la violencia”.

DIÁLOGO

El Gobierno y el presidente Maduro ha llamado a un diálogo, “pero a mi juicio tiene que ser un diálogo que logre diferenciar los matices que hay en la oposición, que son muchos. Lo único que articuló a esa oposición durante muchos años fue salir del presidente Chávez; es decir fue confrontar el proceso de transformación que se vivía en Venezuela”.

Pero Campos remarca que en el país hubo “un cambio de conciencia muy importante y distinto”, gracias al cual “los valores que hoy tienen los venezolanos para interpretar y entender la democracia no tienen nada que ver con los valores dominantes de los ochenta y los noventa”. La construcción “de una nueva hegemonía o de una nueva identidad supone adelantos, contratiempos, contradicciones y hay que saber leer y saber entender que hay momentos en que la sociedad requiere de un estadio de tranquilidad para volver a rescatar el debate de las ideas, y yo creo que eso es lo que el Gobierno tiene que reflexionar”.

El analista señala que “hay que abrir un espacio para ese diálogo social del que habla el presidente Nicolás Maduro”, pero acota que “el diálogo social tiene que ser un espacio de reflexión también por parte del Gobierno, y tiene que ser un espacio donde el Gobierno no siga -a mi juicio- cometiendo el error de convertir a toda la oposición en un bloque hegemónico, porque no es cierto”.

EN EL MISMO SACO

-¿Usted calificaría las manifestaciones opositoras de fascistas? ¿Cree que son fascistas todos los que participan en ellas?

-Yo creo que el problema es que las categorías de análisis se han convertido en epítetos descalificadores. La palabra burguesía es un concepto y es una categoría analítica como lo es el fascismo, como lo es la socialdemocracia. Cuando los conceptos los vacías y se convierten en epítetos descalificadores -como el “castrocomunismo”- carecen de contenido. Carece de contenido la palabra fascista usada de la manera en que muchas veces se usa, y que además tiene un efecto muy negativo, porque terminas de colocar en el mismo sitio, en el mismo saco a un amplio sector de la población que no está ahí. ¿Que hay corrientes fascistas en el pensamiento venezolano? Por supuesto que las hay, claro que hay corrientes, pero son corrientes minoritarias y siempre las ha habido, pero esa no es la mayoría de los ciudadanos que se identifican con la oposición.

-¿Cree que ha habido una mala interpretación del fenómeno de las protestas, de los disturbios?

-Yo creo que sí. Es como si confluyeran dos escenarios. Había una situación de malestar en un sector de la sociedad. Los índices del Banco Central señalaban índices de escasez importante; el gobierno así lo reconocía. Pareciera que se intenta ver esta crisis solo con la arista de la guerra económica, que está allí presente y que siempre estará, pero también hay que reconocer que parte de esa situación tiene que ver con la distorsión del mercado cambiario; tiene que ver con políticas que no fueron acertadas en su momento y que –insisto- ya el propio Gobierno lo reconocía.

También habría que decir “que todo lo que ocurrió en Venezuela durante el año 2013 desajustó el desarrollo de ese proyecto. No fue una situación fácil para los venezolanos ni para América Latina la pérdida física del presidente Chávez”, subraya.

Y sobre ese malestar los sectores minoritarios “tanto en la población como en la clase dirigente de la oposición intentaron montar un plan que tiene que ver con la violencia de esas protestas, y ahí ha habido financiamiento, ha habido acciones violentas que no responden a lo que muchos de los venezolanos querían protestar, y creo que la dinámica de la violencia -como siempre- termina generando una espiral”.

El encuestador percibe que “hemos estado en un estadio en el que parece que no somos capaces de escucharnos, en el que el Gobierno pareciera que no es capaz de escuchar las demandas que están debajo de ese plan, que las hay, sobre todo porque hoy la cualidad de las demandas de los venezolanos gracias al proceso que hemos vivido es de mayor calidad”.

Ahora le toca al Ejecutivo “aprender rápidamente a separarlo, a quitar todo lo que hay, y además enfrentarlo en el marco de la Constitución sin salirse de ella; enfrentar esa violencia, pero ser capaz de correr ese velo y entender las demandas de la sociedad que están por debajo de eso, en las que coinciden sectores que respaldan al Gobierno y sectores de la oposición que lo adversan pero que no quieren una salida ni antidemocrática, ni autoritaria ni fuera de la Constitución”.

OPORTUNIDAD

El Presidente “tiene una enorme oportunidad en este momento”, estima Campos. “Yo le pediría al presidente Maduro que fuera más agresivo convocando a ese diálogo, que fuera mucho más a fondo convocando ese diálogo, que fuera mucho más a fondo a debatir cuál es el modelo que podemos construir en Venezuela, desde la perspectiva de la construcción de una Venezuela socialista”, enfatiza.

Observa que el Mandatario debe convocar a las fuerzas que lo respaldan, aunque también “podría jugar un rol muy importante si convoca a esos sectores que tienen una visión más conservadora, que tienen una visión distinta de la construcción de una sociedad socialista, pero que tienen una visión democrática del proceso”.

El encuestador estima “que podemos conseguir áreas de acuerdo”; por ejemplo, en la defensa de la soberanía y la identidad, aspectos que van “mucho más allá de quienes respaldan al Presidente, no tengo duda de eso”. La gran mayoría de las venezolanas y los venezolanos “piensa que la salida es entre los venezolanos y en el debate”.

Tal como lo señala Campos, “la fortaleza de una democracia no se mide por su capacidad de procesar los acuerdos; se mide por su capacidad de procesar los desacuerdos”.

-Habida cuenta de este desacuerdo, ¿le parece que tenemos capacidad democrática?

-Yo creo que sí. También hay que decirlo si uno quiere intentar comprender toda la película: la campaña mediática internacional ha sido terrible, y eso le ha hecho daño a la propia sociedad venezolana. Han usado –al menos que yo sepa- por lo menos 15 fotos que no tienen nada que ver con la realidad venezolana. pero hay una parte de esa sociedad venezolana que estaba en esa visión crítica en esa situación, a la que le afectó el desabastecimiento, la inflación y e monta todo este plan, pues eso genera en esos sectores de la sociedad una enorme confusión y comienzan a creer que algunas de esas cosas son verdad.

-¿Algunas son ciertas?

-Yo estoy convencido de que ha habido exceso de violencia y el Gobierno ha actuado, y ojalá actúe hasta sus últimas consecuencias, porque yo sí creo que el orden público hay que preservarlo, y hay que preservarlo en el marco de lo que significa el derecho de los que están protestando, que no tienen derecho a la violencia. Pero el Estado no tiene derecho tampoco a abusar de la violencia para reprimirlos.

En su criterio “ha habido excesos, y una demostración del Gobierno es que esos excesos no solamente hay que corregirlos, sino darle un claro mensaje a la sociedad de que no volverán a ocurrir, de que eso no volverá a pasar y quien tenga que salir sancionado tendrá que salir sancionado”.

El analista destacó que “hay varios oficiales detenidos de distintos cuerpos de seguridad, por cosas que se detectaron como exceso. Están detenidos y lo averiguarán; eso tiene que hacerlo el Gobierno y tiene que presentarle al país una clara demostración de que va a fondo en ese tema”. También debe ir a fondo en la determinación de “quienes son los responsables de haber generado esta ola y esta dinámica de violencia, porque las protestas yo creo que son absolutamente legítimas; el problema es que las protestas después se convirtieron, para un pequeño sector, en un plan”.

Para Campos sería importantísimo poder escuchar “las voces nuevas que hay en ese mundo opositor”, qué opinión tienen sobre estos temas y su deslinde de la violencia.

DIÁLOGO PRODUCTIVO

El encuestador señala que se debe abrir el debate -como efectivamente ya se hizo- con los sectores productivos.

-¿Cómo bajar la crispación entre gobierno y sector productivo?

-Yo creo que el Gobierno tiene que entender que el diálogo con esos sectores productivos tiene que ser un diálogo muy amplio, incluso con aquellos sectores productivos que en el pasado el Gobierno acusa, y seguramente con razón, de que conspiraron. Pero el desarrollo de los procesos políticos y sociales obliga a los actores a colocarse en nuevos escenarios, la realidad siempre es muy terca y probablemente eso obliga a esos sectores productivos que conspiraron en el pasado a entender que la dinámica de hoy no puede ser esa, porque lo que está en juego es otra cosa.

Uno de los temas de debate, a su juicio, es tener claro “en qué áreas, bajo qué reglas y de qué tamaño es posible construir, con el sector privado y el sector público muy fuerte, una sociedad que tienda a la equidad y a la justicia”. Lo que sí está claro es que la gran mayoría de la población “no quiere regresar al pasado”, al modelo neoliberal. Tal como lo remarca, “hoy los venezolanos defienden la propiedad privada, claro que sí, pero también entienden que es posible construir formas distintas, novedosas de articular la producción”.

DESLINDARSE DEL GOLPE DE ESTADO

-El presidente Nicolás Maduro ha denunciado que hay un golpe de Estado. Hay sectores que dicen que no, pero también lo vivimos en el año 2002 y le dieron el golpe al comandante Chávez.

-Yo estoy de acuerdo con el presidente Maduro cuando dice que hay un paraguas de un golpe de Estado; es más, yo creo que ese paraguas entró en Venezuela en 1998, antes de las elecciones del presidente Chávez, y ha estado permanentemente ahí. Lo que yo diría es que hay otros paraguas. No solamente está el tema de un golpe permanente, sino que hay una conspiración permanente y lo ves no solo en Venezuela; también, en América Latina. La ultraderecha latinoamericana está organizada en todo el continente; va a oponerse con toda su fuerza y se ha opuesto con toda su fuerza a todos estos procesos de transformación.

Pero también hay otros paraguas, señala; por ejemplo, “los sectores que le reclaman eficiencia en algunas políticas al Gobierno”, así como también los que reclaman “una mayor apertura al debate”.

No obstante, refleja Campos, no hay que perder de vista que, para la ultraderecha, “la democracia ya no es funcional”, y por eso “va a apelar permanentemente a las vías no democráticas”.

-¿Ve un escenario para un golpe de Estado ahora?

-En Venezuela no veo un escenario, porque no solamente los que respaldan al Gobierno, sino amplios sectores que nunca han respaldado al Gobierno tampoco van a jugar a esa salida. Pero hay una parte de esa dirigencia opositora que tendría que asumir el reto de no jugar a esa salida y de deslastrarse de ese permanente chantaje.

LOS MEDIOS: UN DEBATE ABIERTO

Para Germán Campos, la discusión sobre los medios de comunicación es “el debate de la humanidad”, porque se han convertido en poderes fácticos “que son capaces de derrumbar y derrocar gobiernos”. A su juicio, la clave es “sembrar conciencia en los ciudadanos, y la conciencia no se siembra sesgando un medio en una dirección o en la otra”; por el contrario, “se va construyendo en la medida en que los venezolanos y quienes manejan medios son capaces de manera crítica de abrir ese medio a todas las opiniones”, alega.

“Creo que la decisión del Gobierno con relación a CNN y a NT24 fue un error; hay que reconocer que el Gobierno ha corregido lo de CNN. Yo creo que la manera de resolver este debate no es cercenando el acceso -porque hoy la tecnología te permite el acceso de mil maneras- sino actuando y dando el debate ahí, y que sea la conciencia del ciudadano la que actúe”.

Aclara, igualmente, que “la libertad de expresión no puede estar por encima de la Constitución y de las leyes de una República”.

Vanessa Davies / Correo del Orinoco

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