Grito de carnaval en La Estancia

Pdvsa La Estancia abrió los fuegos de la alegría carnestolenda este fin de semana con actividades en la Plaza Venezuela, en el bulevar de Sabana Grande y en su sede principal de La Floresta, donde el público pudo contagiarse con las comparsas, los disfraces y el tradicional calipso de El Callao.

Luego de pasado el mediodía se presentaron algunas comparsas formadas por habitantes de la parroquia El Recreo y sitios aledaños, quienes se adornaron con vestimentas coloridas de diablos, madamas y saltimbanquis y recorrieron los espacios del bulevar de Sabana Grande.

El repique de pailas y tambores se fue escuchando a través de los comercios, de los edificios y de la gente, contagiando la alegría por todos los rincones de ese espacio capitalino recuperado.

Algunas niñas y niños podían observarse en los alrededores vistiendo disfraces tradicionales de personajes televisivos. Muchos de ellos disfrutaban de los parques instalados a lo largo del bulevar, mientras que los padres observaban desde los bancos o desde las sillas de los expendios de café.

El Calipso de El Callao

La tarde fue marcando la llegada del público a la sede de La Estancia en La Floresta, donde se presentaría un concierto de calipso.

Poco a poco, las sillas colocadas bajo los toldos en el llamado Patio de Secado fueron insuficientes para la gran cantidad de personas deseosas de disfrutar de un sábado de carnaval distinto, con olor a tierra guayanesa y con la simbiosis formada por diversas culturas en esas tierras auríferas.

La Fundación Cultural Carlos Small, formada por hombres y mujeres de esas latitudes, que han mantenido por más de una década la tradición carnestolenda de una de las fiestas de mayor tradición en el sureste del país, fue la encargada de ofrecer el espectáculo.

Carlos Forti, su director, asegura que son descendientes de Carlos Small, baluarte del carnaval de El Callao, de la Negra Isidora y de la Madam Cleotilde, siempre recordadas por los aportes entregados a la tradición de su pueblo.

Con los instrumentos tradicionales, condimentados con timbales, guitarra eléctrica y bajo, dieron inicio a su espectáculo con la pieza El ritmo de mi banda.

Los músicos y los cantantes invitaban al público a bailar, mientras que varias danzarinas, ataviadas con sus trajes típicos de madamas, le daban colorido al evento.

La agrupación fue incrementando el entusiasmo en el público a medida que se desarrollaba el repertorio. Venezuela baila, su segunda pieza, fue el marco para la aparición de los diablos que se entremezclaron con el público, animándolos a acompañarlos en la danza.

La pieza Sombra se caracterizó por la explosión de los bailadores. Unos se abrieron paso hacia un espacio abierto bajo la tarima, mientras que otros acompañaban con el movimiento de sus pies o manos la melodía.

De allí en adelante todo fue alegría en el recinto. Las piezas Fiesta de Carnaval e Isidora congregaron diablos, madamas y público, incluyendo algunos niños que trataban de imitar a sus padres en sus movimientos oscilantes.

Callao’s boys, Don’t stop the carnaval, Looking the band y Carnaval siguieron en el repertorio, intercalándose información por parte del director del grupo, quien tiempo atrás fundó el grupo Venezuela Sound, para dar paso a la Fundación que hoy lleva el nombre de Carlos Small.

El Callao exige respeto, Eso dice la gente, Se siente el Caribe, Tu cuerpo se estremece y Faluma llevaron a los presentes al paroxismo, formando una verdadera fiesta bajo los toldos de La Estancia.

Ya al final del evento, mencionaron los nombres de los músicos: Axel Moya en el cuatro; Nancy Pedrique, Desirée Landaeta y Keneth Buraglia en las voces; Nuyen Díaz en la guitarra; Gino Logiar en el bajo; Raúl Torrealba, Erich Gómez, Jesús Pérez y Diego Moreno en la percusión, y Carlos Forti, quien además de director, ejecuta el güiro y canta.

Hoy el carnaval sigue con el calipso del grupo Yaruarí, en un concierto pautado para las once de la mañana en la sede de La Estancia.

Con información de Ciudad CCs


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