Guetos comunitarios

Earle HLos diputados de la derecha les dieron más de lo que estaban pidiendo (y exigiendo) los amos mediáticos. Con la reforma de la Ley de Telecomunicaciones, no solo les entregaron el usufructo a discreción de un bien de todos los venezolanos, el espectro electromagnético, sino que les apartaron de su camino a los medios comunitarios.

Hasta la llegada de la revolución bolivariana, la comunicación alternativa y comunitaria no pasaba de ser un tema de tesis de grado, gimnasio intelectual de comunicólogos seudoizquierdistas, trabajos de ascenso de profesores librepensadores (o sea, inocuos) y fichas de bibliotecas. A partir de 1999, cuando la comunicación popular asomó su rostro real y se expandió como flor silvestre por todo el país, la gran prensa empezó a dedicarle reportajes de alerta y se inició la arremetida académica, económica y política contra sus quijotescos defensores. Muchos catedráticos empezaron a arrepentirse de sus propios libros.

La reforma de la ley sirvió a la derecha y a los monopolios de la comunicación para confinar a los medios comunitarios en espacios reducidos que recuerdan las reservas indígenas yanquis y los guetos (o ghettos) de judíos en Italia y afroamericanos en Estados Unidos. Solo podrán actuar en el “ámbito parroquial” y su comunicación debe ser “no proselitista”. El mandato constitucional de que “la comunicación es libre y plural”, así como la prohibición de la censura (en este caso previa) se lo despachan los diputados de la MUD sin indigestarse.

Difícil mantenerse confinado en el “ámbito parroquial” en esta aldea global que es hace rato el planeta, pero si su señal viola la norma del gueto, ya sabe. Complicado decidir cuándo una comunicación es o no proselitista, aunque los censores de la oposición, con la experiencia adquirida durante el Caracazo, meterán en cintura a los infractores. La derecha no tiene un año al frente de la Asamblea Nacional y, de verdad, los amos de los medios no esperaban que pagara tan rápido y tan generosamente los favores recibidos. Pero vamos, no se trata solo de cancelar dádivas electorales; arremeter contra todo lo popular está en su naturaleza.

Fuente: Ojo Pelao.

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