Héctor Mendoza: Tomé el riesgo de ser músico a tiempo completo

Con su batuta y guiando al grupo de jóvenes que integran la Orquesta Sinfónica de la comunidad de San Vicente (Aragua), se avista al joven Héctor Mendoza, quien con 28 años y un largo recorrido en el mundo de la música contemporánea ha impulsado el crecimiento de un gran número de talentos venezolanos, que integran el núcleo en Maracay del Sistema de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, conocido como El Sistema.

Su imagen es sinónimo de respeto, pues desde hace un lustro dedica parte de su tiempo a la dirección orquestal del núcleo, motivo suficiente para que los niños escuchen atentamente sus instrucciones mientras se preparan para dar un concierto a los maestros José Antonio Abreu y Gustavo Dudamel, quienes para ese momento se encontraban recorriendo el recinto cultural aragueño.

Acostumbrado a este tipo de compromisos, Mendoza relata que su vocación artística germinó cuando tenía cinco años de edad, y que desde su nacimiento estuvo rodeado por la pasión musical de su mamá, quien hasta el día de hoy se desempeña como profesora en el área de canto coral y solfeo.

«Yo empecé muy pequeño con instrumentos de percusión. A los 7 años entre en El Sistema donde me dediqué a tocar y a formarme. En principio uno no tiene meta o aspiraciones profesionales en la música, sólo estar dentro de la orquesta, compartir con los muchachos. Después uno va creciendo y va teniendo una visión más clara de lo que es la vida».

Héctor supo desde muy joven que su pasión estaba encaminada a la dirección orquestal y a la composición de obras sinfónicas. Apela su anecdotario personal y relata que la pasión por dirigir le nació luego de compartir con su maestro de formación Pablo González, y que un cassette con las melodías de Bach lo acercó a la composición.

«Después que de me involucré con todo este mundo me enamoré de lo que representa y tomé el riesgo de ser músico a tiempo completo», explica, antes de contar que intentó estudiar ingeniería en sistemas, sin embargo, las notas musicales se impusieron sobre los algoritmos.

El director salió de su Maracay natal a la vorágine de Caracas, donde ingresó en el conservatorio musical e inició sus estudios formales en el Instituto Universitario de Estudios Musicales, los cuales detuvo en el 7mo semestre para regresar a la capital aragüeña.

«Recibí la invitación para dirigir el núcleo de San Vicente en Maracay. No podía desaprovechar esa oportunidad y me regresé. Comenzamos en una oficina que nos prestó el vertedero de basura cerca del depósito final de desechos sólidos. Comenzamos con 200 niños con clases de materias como teoría, solfeo y coro».

Recuerda lo difícil de impartir clases en un ambiente con esas características, sin embargo, reconoce el esfuerzo y la dedicación que todo el equipo de El Sistema, que impulsó por más de un año la formación de los jóvenes músicos, hasta que finalmente se trasladaron a la nueva sede del Sistema de Orquestas.

 

 

Transformación social al ritmo de la música

En su debut como director orquestal Héctor Mendoza enfrentó dos desafíos: el primero fue asumir la batuta como líder del grupo juvenil, y el segundo fue demostrar que podía obtener resultados en medio de la comunidad de San Vicente, conocida por sus índices de violencia, además de su cercanía al vertedero de basura.

«La primera impresión cuando llegué al núcleo fue muy emotiva. Fueron cosas muy impresionantes a la vista porque me enfrenté a una realidad que no conocía. El primer año fue extraño. Yo iba dos veces a la semana porque los chamos no asistían y había que recorrer el barrio para buscarlos».

Las ganas de sobresalir e impulsar la cultura musical han fortalecido a la institución que acumula ya cinco años de enseñanzas y ha aumentado la matrícula de estudiantes en más de 300 jóvenes.

Mendoza expresa que la evolución ha sido permanente, recuerda con emoción como los músicos que años atrás empezaron a leer notas musicales, en la actualidad se encuentran en los escenarios demostrando sus capacidades con la ejecución de obras como las del compositor ruso Piotr Ilich Tchaikovski. «Eso significa que hemos obtenido resultados».

El joven director se ha forjado una carrera musical al mismo compás en que crece la familia que inició cuando a los 21 años asumió el compromiso del matrimonio. Suma ocho años de convivencia y un pequeño de dos años, que ya se muestra atraído por los instrumentos de percusión.

Cuando reflexiona sobre sus aspiraciones, Héctor hace enfásis en la consolidación de su carrera y del núcleo de San Vicente.

«Me falta dejar consolidado al núcleo musicalmente hablando. Dejar un programa bien estructurado para que ande sobre sus propios rieles. Mi meta profesional es terminar mi carrera como compositor y dar a conocer mi música. Me gustaría llegar a escenarios internacionales como Viena, Londres, Los Ángeles para tocar mi música, que es mi pasión».

Al hacer un balance sobre su vida si no hubiera ingresado al mundo musical afirma con propiedad que hubiera seguido los pasos profesionales de su padre fallecido, quien se desarrolló como ingeniero. «Ese era sueño, pero por ahora, yo estoy viviendo los míos».

 

 

AVN / Christian Gutiérrez

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