Palacio de Miraflores, Caracas. El presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, se incorpora a la conmemoración de los 24 años de la rebelión civicomilitar del 4 febrero de 1992, encabezada por el Comandante Supremo Hugo Chávez para liberar al pueblo venezolano de la opresión, producida por las políticas neoliberales impuestas por el gobierno del expresidente Carlos Andrés Pérez.
“24 años después el espíritu es el mismo, la voluntad es la misma: Rebelión, Rebelión, dijo el presidente Maduro, al exclamar que ¡Que viva el 4 de febrero de 1992!, ¡Que viva la unión civicomilitar!, ¡Que viva Chávez!
Minutos antes de la concentración en las adyacencias del Palacio de Miraflores, los venezolanos marcharon desbordando las calles de la ciudad capital, para recordarle al mundo que ¡el 4 de febrero está más vivo que nunca!
Junto a Adriana Carrillo —quien manifestó que el 4F fue el despertar de Venezuela y del mundo, e invitó a todos los venezolanos a participar en este proyecto político y revolucionario dirigido por el presidente obrero Nicolás Maduro, continuando el legado del Gigante Chávez— marcharon protagonistas de esta fecha histórica, el vicepresidente ejecutivo, Aristóbulo Istúriz; diputados del Bloque de la Patria de la Asamblea Nacional y altos funcionarios del Gobierno Bolivariano.
Ante la actual situación de guerra económica y política, auspiciada por la burguesía apátrida y el imperialismo, Alberto Zaragoza, un orgulloso venezolano, aseveró: «Nadie va a desmayar en esta lucha porque es la misma que encaminó el Comandante Chávez para dignificar el pueblo y que continúa el presidente Maduro para preservar la libertad, la justicia y la paz».
Otra joven venezolana, María Aguirre, quien caminó hasta la avenida Urdaneta desde la Avenida Libertador, le envió un mensaje a los diputados del Parlamento Legislativo, quienes tienen pretensiones entreguistas: «Realicen bien su trabajo porque aquí está un pueblo pendiente de lo que están haciendo. No vamos a caer en sus pretensiones engañosas, el pueblo despertó para siempre».
Por Máryuri Varela
