Un héroe deportivo compartió con los nuevos talentos de la esgrima

 Recibió besos femeninos, firmó autógrafos por más de 45 minutos, su rúbrica apareció en guantes de esgrima, camisas, pantalones y hasta en espadas, como aquella que lo cubrió de gloria al coronarse campeón olímpico en Londres 2012. No era un ídolo musical, era Rubén Limardo, quien visitó este martes el gimnasio de la Escuela de Formación de Oficiales de la Guardia Nacional (Efofac), en Fuerte Tiuna, Caracas, donde se realiza un Campeonato Nacional a su nombre.

Su visita de inmediato causó revuelo. Niños y adolescentes que se encontraban presenciando la primera jornada del Campeonato Nacional de Esgrima, dejaron de observar lo que sucedía en las pedanas y se lanzaron, literalmente, sobre la humanidad del espachín bolivarense, quien vino a compartir con todos los asistentes al torneo.

Pocos segundos estuvo relajado. Un nutrido grupo de pequeños, jóvenes y adultos lo rodearon y comenzó lo inevitable: se retrató con todos aquellos le pidieron una foto.

Acompañado por su novia, Ana Carolina Ramírez, Limardo, ataviado con una camisa color rosa, se sentó en las tribunas para atender a todos sus seguidores que pedían, con ojos brillantes llenos de amor y cariño, su atención, así sea con un autógrafo o una fotografía. Estaban deseosos por tocar y abrazar al nuevo héroe en el que se ha convertido el muchacho de Ciudad Bolívar.

Era tanta la algarabía y furor que se vivía en el gimnasio que unos diez fanáticos formaron un círculo alrededor de Limardo para evitar que lo atropellaran.

El campeón olímpico estuvo receptivo, tranquilo y sonriente. Aún asimila su  triunfo olímpico, el cual fue celebrado  por el pueblo venezolano a todo pulmón el pasado 1 de agosto. «Dios mediante de aquí van a salir los futuros guerreros, los futuros medallistas olímpicos para Venezuela», señaló en referencia a los niños y niñas esgrimistas que competirán en el torneo.

«Me da un orgullo y una emoción ver tanta cantidad de niños en una competencia, ni en mi época», agregó.

Después de ofrecer estas palabras, Limardo no detuvo su actividad. Siguió firmando cuánto artículo pasara por sus manos y siguió retratándose con sus admiradores, que sin duda lo enaltecer como un héroe deportivo que puso sonar de nuevo el himno nacional en los más alto del olimpo, después de 44 años de espera.

AVN

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