El éxito histórico de una revolución en estos tiempos debe ser el enseñarnos y demostrarnos que aún tenemos esperanzas en construir una sociedad socialista, justa e igualitaria; enseñarnos además a aceptar la inevitabilidad de la desigualdad de la miseria, de explotación y de la violencia creciente.
Estados Unidos ha lanzado una ofensiva final para destruir cualquier intento de rebelión, de soberanía e independencia.
Todo eso tiene como trasfondo la profunda crisis civilizatoria que vive el capital, sus diversas manifestaciones y los intentos de resolverla sobre los pueblos del mundo.
Debemos entonces demostrarle que el pueblo venezolano y los pueblos de América Latina somos pueblos luchadores por la vida, por la libertad de los seres humanos, pero también somos luchadores convencidos de la defensa del planeta Tierra y de todos sus elementos naturales y que existe una profunda relación entre cada uno de ellos.
Sabemos muy bien que la naturaleza es un ecosistema vivo, y que además es la fuente de la vida, y no como ellos han querido imponernos, a través de sus medios de comunicación y de educación, que la naturaleza es una fuente de recursos económicos que pueden ser explotados de manera ilimitada.
Podemos decir con Mario Benedetti que somos un tiempo de pueblo, que cuando nos juntamos en las calles codo a codo somos mucho más que dos.
Cada vez que observamos más pobreza, más desigualdad, más violencia, nos convencemos aún más de la urgencia de la Revolución.
Ricaurte Leonett/Correo del Orinoco
